Intento entender ese curioso concepto que se llama "opa hostil" (me maravilla el desacomplejado "hostil") sobre el Banc Sabadell. Me explican que las "fusiones bancarias" en España "han supuesto, en algunos casos, recortes de hasta el 50% en las estructuras de gestión". No hablemos, sólo, de cerrar oficinas y despedir a personas. Tengo la hipoteca en un banco, pequeño y vasco, que me hizo el mejor trato. Para mí, una trabajadora, un dos por ciento o un dos y medio por ciento supone media vida. En ese banco, sí, valoro que me conozcan por el nombre. Muy rara vez tengo la vida de trato personal. En el súper me hacen pasar por la caja rápida, en Twitter me contesta un robot.
El Banc Sabadell tiene esta terminación, en ll. El otro día leía (chexia, en catalán moderno) que los jóvenes catalanes cometen yeísmo. No saben decir la ll. Dicen yapis, por lápices, dicen getra, por letra y dicen yuna por luna. Pronunciar Sabadell y no Sabadei o Sabadel es toda una declaración de principios. Una opa hostil, aplicada a las personas, sería similar al matrimonio forzoso, a un piquito, a un "quien paga manda". Déjenos, por favor, cuando busquemos hipoteca, horno de pan o pareja en Tinder, poder ver cómo está el mercado. Quiero ir a la oficina y sentarme para preguntar cuánto debo. Tuve que pagar la parte que me correspondía de la caja de muertes de mi padre. No me salía de los bajos hacerlo por el cajero. Quería sentarse para ello. ¡Es lo mínimo, sentarse!
