Trump y su perverso juego de los aranceles
La Comisión Europea hace bien en tener preparado un listado de productos a los que grabar ante la incertidumbre e imprevisibilidad del presidente de EE.UU.


BarcelonaLa guerra comercial incierta e imprevisible iniciada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vivido un nuevo episodio este jueves con el acuerdo con el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer. Con el tono triunfalista que le caracteriza, el jefe del gobierno de la primera potencia económica del mundo vuelve a tratar a países que son tradicionalmente socios como si fueran niños pequeños. Es como si dijera: "Si te llevas bien te rebaje los aranceles".
La forma de actuar del actual presidente de EEUU dinamita la diplomacia tradicional y utiliza los aranceles ("la palabra más bonita", según dijo en una de sus sorprendentes intervenciones) como una herramienta negociadora, por no decir que muy intimidatoria, en una especie de juego perverso. El pacto con Londres, cuyos detalles "se escribirán en las próximas semanas", siguiendo su inusual forma de hacer, pretende ser un mensaje para otros socios y busca ser una especie de plantilla para aplicar a otros acuerdos comerciales que, según ha anunciado, se están negociando. Por eso, el acuerdo incluiría –el condicional es porque con Trump nada se puede asegurar– la rebaja del 25% al 10% en el gravamen en el acero, el aluminio y los automóviles. Como contrapartida, a los estadounidenses se les abrirán las puertas del mercado británico por la ternera, las aves de corral, el etanol, los refrescos, los cereales y otros productos.
En todo caso, las relaciones comerciales, por mucho que Trump insista en las bondades del acuerdo, pasan de un escenario con cargas aduaneras del 0% a otro caracterizado por los aranceles a las importaciones. Pese al pacto, se consolida un arancel universal del 10% que en ningún momento Trump parece dispuesto a suprimir y que consolidará el encarecimiento de las exportaciones a ese país. Este panorama ha comportado que tanto gobiernos como entidades realicen cálculos sobre el coste que supondrán estos impuestos a las importaciones. Uno de los más recientes lo ha hecho la Cámara de Comercio de Barcelona, que le ha cifrado en unos 1.055 millones de euros este año en Cataluña. No supone un impacto extremadamente alto, pero a la larga puede provocar una reducción de las ventas en otros países europeos, que se verán mucho más afectados, como es el caso de Alemania.
En este contexto de incertidumbre e imprevisibilidad ante las actuaciones de Trump, Bruselas hace bien en preparar una lista de productos de EEUU a los que imponer aranceles por sí, pasados los noventa días de gracia que otorgó, el presidente estadounidense decide aplicar los aranceles que anunció a los productos de la Unión Europea (UE). La lista que la Comisión Europea ha propuesto a los países miembros afectaría a importaciones por un valor total de unos 95.000 millones de euros. En esta lista, que se sumará a la decidida el pasado mes y congelada a la espera de lo que haga Washington, se incluyen miles de artículos, que van desde todo tipo de ganado y productos agroalimentarios hasta maquinaria eléctrica, componentes de vehículos, helicópteros y aviones. Si se acaban aplicando, afectarán, por ejemplo, a gigantes industriales como Boeing, lo que a buen seguro acabaría suponiendo como respuesta cargas para el consorcio europeo Airbus, en una especie de indeseable juego de acción-reacción que conllevan siempre las guerras comerciales.