Barça

Irse del bar sin pagar por culpa del Barça

Pedri se lamenta al Giuseppe Meazza.
09/05/2025
2 min

BarcelonaLos culers de la mesa de al lado del bar donde vi el Inter-Barça decidieron irse sin pagar su cuenta cuando se certificó la eliminación azulgrana. No es la manera más ética de gestionar la rabia, pero es una decisión que demuestra que perder vuelve a doler en Can Barça. Y ésta es una excelente noticia. "Mañana será difícil despertarse", vaticinó un amigo que pagó religiosamente los 32 euros que le correspondían de su cena, y a quien se le juntó la derrota en Milán con un inicio de gripe. "Estoy peor por la eliminación del Barça que por la gripe", quiso puntualizar al resto del grupo para dejar claro el alcance de su malestar emocional.

Esta decepción aguda, recuperada por los culers el martes por la noche, fue la emoción habitual que se experimentó entre la afición del Barça cada vez que el equipo quedó eliminado de la Champions League en el periodo 2006-2019. Entonces, se confiaba en el Barça y se daba por sentado cada año que era uno de los favoritos para ganar la competición. Si el deseo se incumplía, el dolor podía compararse con el de no encontrar ningún regalo bajo el árbol la mañana del día de Reyes. Hasta que el 2-8 ante el Bayern de Múnich del 2020, la cúspide deportiva de las vergüenzas azulgranas del siglo XXI, dejó al club, al equipo y a la afición con un estrés postraumático que secó las emociones.

La rabia primero dio paso a la vergüenza y después a una sensación peligrosamente cercana a la indiferencia. Las eliminaciones europeas, incluso, se duplicaron por temporada: rivales con cara y ojos jugaban (en el sentido humillante) con el Barça en la fase de grupos de la Champions y, posteriormente, el Eintracht de Frankfurt de turno se cargaba a los catalanes en la Europa League. Si algún culer se fue de un bar sin pagar esa noche fue más por el cabreo de ver cómo el Camp Nou se convirtió en un estadio visitante que por la eliminación.

El Barça, en cambio, el martes estuvo a dos minutos de clasificarse para una final de la Champions con un once inicial en el Giuseppe Meazza que incluyó a un portero retirado el pasado verano (Szczęsny); un lateral izquierdo que no era el mejor jugador del Cornellà hace dos años (Gerard Martín); un lateral derecho que es central y que en invierno tenía un pie en el Girona (Eric Garcia), y un delantero centro que, antes de la eliminatoria contra el Inter, solamente había sido titular en la Champions este curso ante el Young Boys (Ferran Torres). Esta enumeración únicamente pretende invitar a dos reflexiones: el enorme mérito de Flick y sus jugadores, empezando por los cuatro mencionados, y lo necesario que es apuntalar la segunda línea de la plantilla para seguir experimentando decepciones agudas entre alegrías majestuosas.

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