Castel Gandolfo espera a León XIV con los brazos abiertos

La antigua residencia de verano de los pontífices, que Francisco nunca utilizó, se ha reconvertido en museo pero confía en acoger también al nuevo papa

Palacio apostólico de Castel Gandolfo, donde se trasladará a vivir provisionalmente al Papa / EFE
30/05/2025
3 min

RomaEn el escaparate del Antico Forno en Legna, a las puertas de Castel Gandolfo, Daniela muestra con orgullo una carta enviada por la secretaría de Estado vaticana y firmada por el papa Francisco en el que el pontífice argentino les agradece el envío de unas pastas artesanales. "Su Santidad le agradece el don y los sentimientos de filial veneración que le ha sugerido el amable gesto […] y le envía con agrado su bendición", se lee en la misiva con fecha del 2022. "El papa Francisco era un fan de nuestros dulces. Cada domingo pasaba una persona que se les llevaba a Roma".

Situada a unos 25 kilómetros de Roma, Castel Gandolfo no sólo tiene unas impresionantes vistas sobre el lago Albano, también cuenta con una larga tradición e historia vinculada a los papas hasta el punto de que Juan Pablo II la bautizó como el Vaticano 2. En esta localidad de apenas 9.000 habitantes se encuentra el palacio . Urbano VIII ordenó construir en 1626 para huir de la sofocante canícula romana. Juan Pablo II la eligió como residencia veraniega e incluso hizo construir una piscina, mientras que Benedicto XVI permaneció allí en los primeros meses después de su renuncia, antes de retirarse definitivamente al monasterio vaticano Mater Ecclesiae. "Aquí lo tengo todo, el lago, la montaña, y veo el mar", solía repetir el papa alemán con satisfacción.

Todo cambió con la llegada de Francisco. El jesuita argentino, que nunca hizo vacaciones como arzobispo de Buenos Aires, tampoco lo hizo como obispo de Roma. El pontífice renunció a pernoctar en este mini-Vaticano y solo visitó a Castel Gandolfo en dos ocasiones, lo que rompió la tradición y puso en dificultad los restaurantes, hoteles y tiendas de souvenirs que se asoman a la Piazza della Libertà, donde se encuentra la entrada de la residencia papal, y que gracias a las ventas en verano conseguían sobrevivir todo el año.

La ausencia del papa Francisco hizo disminuir casi un 70% la afluencia de turistas en el primer año y sumió en una profunda crisis a la economía local, cuyo principal motor era el turismo religioso. Pero, a partir de 2014, el municipio vivió un renacimiento cuando el Papa decidió abrir al público todo el complejo e incluirlo en la oferta cultural de los Museos Vaticanos.

Desde entonces, los turistas pueden acceder a la villa pontificia, incluyendo las estancias privadas de los papas, como la biblioteca o el dormitorio; visitar el observatorio astronómico, y pasear por los espectaculares jardines de 55 hectáreas de extensión –más que el propio Vaticano–, que cuentan con algunos rincones secretos proyectados por Bernini, una zona arqueológica e incluso una granja.

La transformación de residencia veraniega de los papas a museo supuso un enorme revulsivo para la economía del municipio gracias a la llegada de un nuevo perfil de turista, ya no estrictamente religioso, según apuntan las autoridades locales. Un año después, Castel Gandolfo cerró con más de 100.000 visitas.

"La ausencia de Francisco en los primeros años produjo una dificultad inicial, pero después ha habido un gran desarrollo económico", reconoció el alcalde, Alberto De Angelis. Pero no sólo ha sido la economía local la que se ha beneficiado de la decisión del Papa argentino. Con un déficit de casi 68 millones de euros, la ampliación de la oferta cultural vaticana ha traído nuevos ingresos para las estropeadas arcas de la Santa Sede, que en buena parte se financia gracias a las entradas de los museos.

La incertidumbre del cambio

Castel Gandolfo vivió la elección de León XIV el 8 de mayo con profunda devoción, pero sus residentes están ahora divididos entre quienes esperan tener de vecino este verano el pontífice estadounidense, y quienes temen que el cierre al público de la residencia papal perjudique a la economía local.

"Será difícil que el papa vuelva a pasar las vacaciones aquí porque no creo que el Vaticano renuncie fácilmente al dinero que le genera el museo", dice al ARA Doda Angeletti, propietaria de una pequeña tienda de artesanía del centro histórico, que está convencida de que la hipotética vuelta de León XIV, "porque los peregrinos gastan menos dinero".

El regreso del Papa al Palacio Apostólico vaticano como su residencia habitual, en lugar de la residencia de Santa Marta, donde vivió Francisco, ha dado esperanzas a quienes no ven la hora de que el pontífice salga este verano en el balcón sobre la Piazza della Libertà. El alcalde, por su parte, sólo desea que León XIV visite la pequeña localidad, al menos, para celebrar la tradicional Misa de la Asunción el 15 de agosto como solían hacer Juan Pablo II y Benedicto XVI. A Castel Gandolfo muchos le esperan ya con los brazos abiertos.

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