Un hombre con un cartel contra Pedro Sánchez en la manifestación de Madrid.
08/06/2025
Escriptor
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"O democracia o mafia", el eslogan que el PP utiliza ahora de ariete para derribar al sanchismo, es una frase que vuelve a parecerse de forma sorprendente al citadísimo chiste de la revista Hermano Lobo, obra del dibujante Ramón, en la que un orador llamaba a la multitud: "¡O nosotros o el caos!" La gente le respondía: "¡El caos, el caos!" Y él: "Da igual, también somos nosotros". El PP hablando de quien sea como mafia da un efecto que puede ser humorístico o irritante, según recibimos el mensaje."

Cuando las manifestaciones están contra sus políticas, el PP suele recurrir a dos argumentos: que se trata de protestas "políticas", y con eso quieren decir manipuladas, y que, llamando a la movilización, la izquierda "quiere ganar en la calle lo que no ha sido capaz de ganar en las urnas". Para conjurar el peligro de realizar una manifestación "política", lo que hace el PP es esconder las banderas del partido y sacar sólo banderas españolas. De esta forma, según ellos, la manifestación deja de ser "política", porque se supone que la bandera española es un símbolo "neutro", que no va a favor ni en contra de nadie. Falso: la bandera española, por la forma en que es utilizada en el presente y en la historia reciente, es uno de los símbolos nacionalistas más agresivos entre los que están activos en la Unión Europea. Como todos los símbolos nacionalistas es de consumo interno, y su contenido es furiosamente excluyente: representa la línea divisoria entre quien puede y quien no puede ser considerado español, al que se admite y al que no se admite como español. Esto lo sabe aprovechar la presidenta madrileña, Ayuso, respaldada sin reservas y sin contemplaciones –"sin complejos", como les gusta decir a los muy españoles y mucho españoles– en la retórica xenófoba de manual, la que confronta un "ellos" contra un "nosotros". En la manifestación de este domingo ha embestido contra a los que "sobran", en referencia a los que "inventan identidades" distintas de la española. Sobre el ya demasiado comentado episodio del viernes, sólo algo que no sé si se dice lo suficiente: abandonar una reunión porque se habla catalán es cómo abandonarla porque hay negras o mujeres. Es igualmente supremacista, e igualmente inaceptable.

Sobre ganar en la calle lo que no se ha conseguido en las urnas: lo que sí ha conseguido el PP es generar un clima de odio social contra Pedro Sánchez, que ya no es un presidente y menos una persona, sino un muñeco de feria que sirve para desahogar la irracionalidad y los bajos instintos. Es un odio perceptible: en el día a día, no es difícil encontrar a personas que suelen tener un comportamiento anodino, pero que se crispan tan pronto como oyen o leen el nombre de Sánchez. Si se les pregunta, se exclaman contra "lo que ha hecho" el líder socialista. Pero nadie sabe exactamente qué "ha hecho". Así, sin discurso, sin propuestas, sin más motivación que la bola tóxica de disparates que empujan abnegadamente, el PP logra reunir un domingo por la mañana cincuenta o cien mil españoles-españoles convencidos de que su país vive una emergencia nacional. No es poco.

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