Portugal de Robert Martínez corta las alas de España

BarcelonaDespués de una temporada de clubs que parecía no terminarse nunca, la final de la Liga de las Naciones se decidió de forma agónica: en los penaltis y después de una prórroga. Un duelo titánico entre vecinos que coronó a Portugal, primer equipo que gana dos veces este torneo. Durante el partido, ni Lamine ni Pedri lograron brillar, atrapados en la telaraña táctica de Robert Martínez. Fue una final bonita e igualada, en la que el juego colectivo mandó más que las individualidades. Un paro de Diogo Costa en Morata sirvió para dar el primer gran título de selecciones a Martínez, un vagabundo del fútbol que dejó Balaguer hace años para buscar fortuna lejos. Primero en Reino Unido, después en Bélgica y ahora en Portugal, donde supo cortar las alas de España: Ni Nico ni Lamine marcaron diferencias.

Martínez sabía que para ganar debía desconectar del juego los genios del Barça. El técnico de Balaguer, uno de esos que estudia todos los detalles del juego para encontrar soluciones, sabía que si un jugador puede aguantar el pulso a Lamine ahora mismo es Nuno Mendes, uno de los mejores laterales del planeta. Pero también sabía que la mejor forma de combatir el talento de futbolistas así es desconectarles del juego. Pedri tampoco lo tuvo fácil durante una batalla táctica interesante en la que Portugal no se resquebrajó, bien situada. Pero los portugueses estaban tan pendientes de Lamine, Nico y Pedri que fueron castigados por los futbolistas de la Real Sociedad Mikel Oyarzabal y Martin Zubimendi. Ambos, que han vivido una temporada complicada a nivel de club, se transforman con la selección, donde sobresalen. Zubimendi marcó el primer gol tras recuperar el balón y atacar los espacios aprovechando el trabajo de Oyarzabal, un jugador que sabe interpretar a la perfección la posición de falso nueve. El jugador de Eibar, de hecho, se encargaría de marcar el segundo gol de España antes del descanso. En medio, Nuno Mendes había logrado romper la defensa española para empatar.

De la Fuente había dejado en el banquillo a Mikel Merino para hacer espacio a Fabián. En Portugal, Vitinha entraba en el equipo tras ser suplente en las semifinales. Es decir, los genios del PSG, flamantes campeones de Europa, se veían las caras en un partido que también podía servir para ir decidiendo quién puede ganar el Balón de Oro. Sin embargo, Fabián no tuvo el día y acabó sustituido por Merino. De la Fuente había insistido en defensa con Le Normand y Huijsen de centrales, dejando a Pau Cubarsí en el banquillo. Pero había hecho un cambio en el lateral, haciendo entrar al catalán del Celta Mingueza en el sitio de Pedro Porro. Sin embargo, Mingueza sufrió duro en un partido en el que Portugal dio un paso adelante en la segunda parte gracias a la buena lectura de Martínez, que dio un doble cambio valiente y dio minutos al ex azulgrana Nelson Semedo.

España, que no sabe encerrarse en defensa, también lo intentaba, consciente de que la mejor forma de ganar el título era marcar el tercer gol. El equipo de Luis de la Fuente sabía que dentro del área rondaba el veterano Cristiano Ronaldo, que a sus 40 años se ha ido reconvirtiendo como futbolista. Ahora ya no sabe jugar fuera del área pero cerca de la portería rival puede provocar incendios. Y así fue. Empató el partido tras un centro desviado en el que supo poner el cuerpo mejor que Cucurella. El partido, que debía ser un duelo entre un hombre de 40 años y un jovencito de 17, le estaba ganando entonces Cristiano, ya que Lamine no conseguía entrar en juego.

Lamine, fuera físicamente

De la Fuente decidió sacar del campo a un Pedri demasiado cansado para ver si Isco podía hacer de las suyas. Y el malagueño casi marcó un gol precioso con un disparo lejano cuando la final se iba rompiendo paulatinamente, con un escenario que beneficiaba a España. La final era un espectáculo bonito, porque frente a frente había dos buenos equipos con un montón de jugadores cansados. El calendario ha ido castigando a los futbolistas, muchos de ellos protagonistas de finales y duelos épicos hasta hace pocos días con sus clubs. Jugadores que no pudieron escapar de la maldición de la prórroga, donde el jugador del Milan Rafael Leao fue el mejor aliado de Nuno Mendes para romper a la defensa española por la banda. Cucurella y Mingueza sufrían demasiado y, de hecho, Pedro Porro entró por el jugador del Celta, lo que permitió a España equilibrar la situación. ¿Y Lamine? Ya no podía. Al genio de Rocafonda se le veía muy cansado, siempre rodeado de portugueses fuertes como una roca. Consciente de la importancia del encuentro, ayudaba en defensa cuando Nuno hacía de las suyas, pero De la Fuente acabó sacrificándolo y sustituyéndole por Yeremy Pino, porque necesitaban piernas frescas sobre el terreno de juego.

La prórroga siguió la tónica del partido, con intercambio de golpes. Y Martínez y De la Fuente se miraban de reojo en los banquillos para ver cómo podían sorprender al rival. Portugal había logrado desconectar del juego Lamine, Pedri y Nico Williams. Pero no conseguía romper la defensa de una selección española en la que los jugadores del banquillo competían a un nivel muy alto. La final, de hecho, acabó con España con mayor posesión y buscando evitar los penaltis. Pero como ocurrió hace dos años, la final tuvo que decidirse en los penaltis. Hace dos años, España ganó, pero en esta ocasión le tocaría perder por un único error de Morata, quien había entrado poco antes sólo para chutar el penalti. Diogo Costa acertaría la dirección de su disparo, dando el pistoletazo de salida a la fiesta portuguesa, con Cristiano llorando emocionado y Martínez satisfecho. Con razón, después de poder ganar un título que significa mucho, en su caso.