

The Economist, que es una revista muy influyente (en general, de forma merecida), acaba de coronar la economía española como la mejor de entre las avanzadas del año 2024. Lo lamento.
Lo lamento porque desde hace años pugnan dos visiones sobre la marcha de la economía española, y el premio viene a reforzar la equivocada. Me explico.
La justificación fundamental del premio es que la economía española está creciendo más que cualquier otra, en contraste con Alemania, por ejemplo, estancada. Este crecimiento es celebrado insistentemente por los políticos al mando –tanto en España como en Catalunya–, y el mensaje tiende a ser escuchado. Para la generación de los baby boomers crecimiento significa trabajo y bienestar, y falta de crecimiento significa paro y recortes. Esta generación piensa así porque es muy numerosa y porque llegó a la juventud –y, por tanto, al mercado de trabajo– coincidiendo con la larga crisis de 1970 y con el inicio del proceso de deslocalización de la producción industrial en los países emergentes. Encima, ha tenido tiempo de vivir la Gran Depresión de 2008-14. Por tanto, es una generación que ha convivido con altas tasas de paro durante casi cuatro décadas. La generación de Los lunes al sol.
La situación ha cambiado completamente por la sencilla razón de que les baby boomers nos estamos empezando a jubilar y porque hemos tenido pocos hijos, por lo que ahora lo que faltan son trabajadores calificados.
En este contexto, la economía puede crecer a base de aumentos de la productividad oa base de incorporar inmigración. más problemas que los que resuelve. Primero ponemos números, y después hablamos de los problemas.
De acuerdo con las previsiones del FMI (que son las que utiliza The Economist), España terminará el año 2024 con una producción por trabajador ocupado menor que la de antes de la pandemia y prácticamente igual que la de hace dos años. No es que la productividad en Reino Unido o en Francia, que The Economist coloca en la cola de su lista, esté evolucionando demasiado bien, pero sí mucho mejor que España. En cuanto a Estados Unidos, que The Economist coloca en 20ª posición (!), la productividad no sólo es muy superior a la de antes de la pandemia, sino que ahora mismo está creciendo tres veces más rápido que la española.
No es que The Economist no sepa leer las cifras, es que tiene las prioridades equivocadas. Así, justifica el premio en España porque "el crecimiento del PIB superará el 3% impulsado por un mercado laboral potente y por una alta inmigración", aunque "un aspecto negativo es que el PIB per cápita no está creciendo al mismo ritmo que el 'economía'. Ahora bien, lo importante no es el PIB, sino el PIB per cápita; no lo grande que es el pastel, sino a cuánto nos toca. Por otra parte, sería como decir que, económicamente hablando, India está en mejor situación que Suiza.
¿Y qué problema tiene crecer a base de inmigración y poca productividad? Que las necesidades crecen más deprisa que su provisión. financiarlas. La demanda de viviendas también es inmediata, sin que haya tiempo ni dinero para construirlas. españoles son receptores netos de apoyo público, y la inmigración poco calificada va directamente a engrosar esta parte de la población.
Desde hace unos años algunos estamos tratando de construir un discurso que subraya la falta de productividad de la economía española y de la catalana en particular. Es un problema que viene de lejos. Un dato será suficiente para que el lector se haga cargo de la gravedad de la enfermedad. En los últimos 30 años el aumento de la producción por hora trabajada en España (y en Italia) ha sido muy bajo, concretamente una tercera parte de la alemana, una cuarta parte de la francesa o la suiza, una octava parte de la sueca y una décima parte de la de EEUU.
Enmendar esta trayectoria no será fácil. Los índices que miden las competencias en comprensión lectora o en matemáticas en todas las edades son mediocres en España (por debajo de la media europea) y malos en Cataluña (por debajo de la media española); nuestras empresas no son gestionadas con suficiente flexibilidad, lo que les impide crecer; se invierte demasiado en edificación y demasiado poco en intangibles (I+D, software, marca...); las infraestructuras se construyen con criterios de equilibrio regional; hay una tasa de paro absurdamente elevada en un país en el que carecen trabajadores... Enmendar todo esto exige pisar ojos de piojo, y costará que nos ponemos. Si nos van dando premios, nos costará aún más.