El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado 27 de abril.
02/05/2025
Periodista
2 min

Nos lo preguntan a menudo los lectores. Hay una primera respuesta obvia: por la gran influencia que siempre ha tenido Estados Unidos en nuestra vida contemporánea. Pero la razón más importante es porque Trump es el presidente de una democracia (tan imperfecta como desee, pero antigua e ininterrumpida, y desde Catalunya, subsistema político de España, no es que podamos dar muchas lecciones) y la degradación autoritaria, arbitraria, personalista que Trump representa es un ejemplo para los aprendices.

Tras atacar la libertad de manifestación y de cátedra en las universidades, Trump acaba de firmar una orden ejecutiva para acabar con el dinero público que financiaba la radio y la televisión públicas. No es mucho dinero, porque se financia sobre todo con donantes y patrocinadores privados, pero es el hecho. La radio, la NPR, es una isla sin anuncios rodeada de un mar comercial, una ventana al mundo en el mundo informativo encerrado en sí mismo, un medio con una línea editorial que aquí nos parecería de centroizquierda, con información política del estilo "éste ha dicho esto y lo contrario le ha contestado lo otro" y que, sin cuestionar nada mínimo, informa sobre el sistema, informa tono sereno, reflexivo y sin gritos, y eso, en Estados Unidos de Trump, suena antisistema e irrespetuoso con el líder supremo.

La forma de hacer política de Trump es dar miedo, es hacer sentir a todo el mundo inseguro y obligarle a callar. Me escribe un amigo que tiene un hijo que trabaja en una gran compañía americana: ha tenido que comprometerse por escrito a no opinar de política ni en las redes ni en el trabajo. Hay quien lo compara ya con la Alemania de los años treinta. De momento, y no es poco, Trump confirma que era verdad lo que la democracia siempre está a una generación de extinguirse.

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