Los lazos del Papa con Cataluña: de la relación con Omella a los años del Proceso
El pontífice nunca visitó el Principado, pero conocía la realidad social y política catalana y se interesaba por ella


BarcelonaEn 1982 Juan Pablo II se convirtió en el primer Papa que pisaba Cataluña. El pontífice fue a Montserrat, visitó la Sagrada Família y reunió a más de 100.000 personas en el Camp Nou. Sin embargo, ese momento histórico quedó deslucido por un fuerte temporal de lluvia, y el entonces presidente, Jordi Pujol, afirmaría años después de que la visita no fue bien. En 2010 Benedicto XVI también estuvo en Barcelona y consagró el templo de Antoni Gaudí, si bien la ciudad le recibió con protestas contra sus posiciones ultraconservadoras. A diferencia de sus predecesores, el papa Francisco ha muerto sin haber puesto un pie en el Principado, tampoco en España. Sin embargo, según aquellos que le trataron sus relaciones personales y el interés por determinados temas sociales y políticos evidenciaban su conexión con Cataluña.
"Quería mucho a Catalunya", afirma en conversación con el ARA la monja dominica sor Lucía Caram, que mantenía amistad y contacto fluido con el Papa. "Estaba muy informado de la realidad catalana y tenía una sintonía fuerte con Catalunya", coincide Peio Sánchez, párroco de la iglesia de Santa Anna de Barcelona. El hecho de que el Santo Padre fuera jesuita le conectaba con la compañía de Jesús en Catalunya, y sobre todo su relación con Joan Josep Omella, arzobispo de Barcelona, según señalan diversas fuentes. "Un día me dijo que Omella no le decía siempre lo que quería oír, sino lo que pensaba, y que era una de las personas más leales que tenía", explica Caram. No en vano, el Papa le incluyó hace dos años en el llamado Consejo de Cardenales, el grupo de nueve asesores que le ayudaban a gobernar el Vaticano. "Eso nunca había pasado", destaca Sánchez.
Omella no ha sido el único representante de la Iglesia catalana bien posicionado durante el papado de Jorge Mario Bergoglio. Otro nombre destacado es el del sacerdote tortosino Jordi Bertomeu, a quien desde 2018 el Papa confió varias misiones especiales y que se ha llegado a ganar el apodo de 007 del Vaticano. Miembro del ministerio de la Santa Sede que custodia la doctrina católica, ha investigado casos de pederastia en la Iglesia en varios países y fue uno de los encargados de indagar las prácticas del grupo ultracatólico Sodalicio de Vida Cristiana, disuelto por el Papa poco antes de morir porque actuaba como una "secta abusiva".
El pontífice dio pasos para combatir los abusos en la Iglesia, pero su obsesión era abrirla a los más pobres. Y este enfoque sirvió de inspiración para la creación en 2017 de el hospital de campaña de Santa Anna, donde cada año se atienden a miles de personas sin techo. El Papa rápidamente mostró interés y el contacto en los últimos años era constante: "Nos decía que él podía hacer gestos y plantear reflexiones, pero que necesitaba a alguien que pusiera la mano de obra. Nosotros éramos sus manos y sus pies", explica el párroco de la parroquia del Raval. Bergoglio también recibió en Roma el sindicato de manteros de Barcelona, al que trasladó su apoyo, y mantuvo varias encuentros con el fundador de la ONG badalonesa Open Arms, Òscar Camps, que lamenta haber perdido un "aliado" en el abordaje del drama migratorio.
Conocedor de la realidad social catalana, el pontífice también lo era de la realidad política. Durante los años del Proceso era "muy consciente de lo que estaba pasando", confirma Caram, y destaca la suya apostaba por el "diálogo" para resolver el conflicto. lo hizo Omella, su marido en Cataluña. Y aunque en ningún momento se posicionó públicamente a favor de la independencia, tampoco se opuso frontalmente. Una buscada posición de neutralidad que la derecha mediática española no fue capaz de romper. Cuando le preguntaron por el Proceso en una entrevista en la Cope del 2021, de hecho, incluso instó a España a "reconciliarse" con "su propia historia" antes de pensar en la "unidad nacional".
Con la represión posterior al 1-O y el encarcelamiento del Gobierno, el Papa sí habría practicado un "diálogo indirecto" en relación a los presos políticos, según sugería hace unos días el exconseller y ahora presidente del Parlament, Josep Rull. "Hicimos llegar mensajes y siempre sentimos mucha acogida. Algún día ya lo explicaremos", dijo en Catalunya Ràdio. Unas palabras que enlazan con las que, como recogía Antoni Bassas en las páginas del ARA, el pontífice habría dicho en un determinado momento sobre los indultos: "Por mi parte, haré algo". Según el periodista, fue poco antes de que los obispos catalanes y también los españoles avalaran la medida de gracia.
"Si la máquina me funciona, me gustaría venir"
La apuesta por la negociación se repitió en elentrevista que el Santo Padre mantuvo en noviembre del 2023 con Pere Aragonès –el primer presidente que se reunía con un papa en el Vaticano desde 1981– y en la de cuatro meses después con el entonces jefe de la oposición, el ahora presidente Salvador Illa. La entrevista con el republicano, según explican fuentes cercanas al exjefe del Gobierno, acabó con un "Siga así" del pontífice. Las mismas fuentes aseguran que Aragonès salió del encuentro con la sensación de que Francisco sentía "afecto" por Catalunya. Una impresión que también habían tenido tres años antes representantes del Ayuntamiento de Manresa, que se reunieron con el Papa para invitarle a la ciudad con motivo de los 500 años de la estancia de Ignacio de Loyola. "Si la máquina me funciona, me gustaría venir", les respondió el pontífice, tal y como explica a este diario el alcalde, Marc Aloy.
La visita no llegaría a materializarse entonces, ni tampoco por la celebración del Milenario de la Abadía de Montserrat, a la que el Papa también fue invitado. "Él tenía clarísimo que debía medir sus fuerzas e ir a sitios donde su presencia aportara algo, a la periferia oa lugares en conflicto", argumenta Caram. Sin embargo, dos detalles al final de su vida ejemplifican de nuevo su conexión con Catalunya. El pasado octubre, durante una visita de la cofradía de la Virgen de Montserrat en Roma, expresó su sorpresa por el hecho de que el texto de bendición de la Virgen fuera en castellano. "¿No debería ser en catalán?", preguntó. "No", le dijo Omella, en una polémica respuesta. Y si bien tampoco pisó la Sagrada Família como sus predecesores, el 14 de abril aprobó el primer paso para santificar a Antoni Gaudí. Un último gesto a tan sólo siete días de su muerte.