España, a punto de cerrar un acuerdo con Reino Unido sobre Gibraltar
El Peñón quiere poner fin a una negociación de cinco años con la incorporación al espacio Schengen como territorio asociado


LondresOptimismo en Gibraltar, prudencia cautelosa en Madrid y silencio expectante en Londres y Bruselas. Uno de los muchos capítulos abiertos a raíz del Brexit, la incierta situación del Peñón y de sus ciudadanos, parece a punto de resolverse después de cinco años de negociaciones entre los distintos gobiernos implicados, además de los representantes del territorio, de soberanía británica. El ministro principal, Fabian Picardo, ha asegurado en declaraciones a la prensa británica: "Ahora ya podemos ver la línea de llegada".
Para materializar el pacto, fuentes de Londres apuntan a que España estaría dispuesta a aparcar la reclamación de la soberanía pero no a renunciar a ella. Y las mismas fuentes indican que uno de los arrecifes finales es la exigencia española de mover la frontera al único aeropuerto de Gibraltar, situado muy cerca del paso terrestre. Oficialmente, los agentes que la controlarían podrían ser de Frontex, la agencia de la UE, encargados de realizar los controles de pasaporte en todas las llegadas, pero en la práctica serían españoles.
"Estamos al 99% del camino. Estamos muy cerca, a la distancia de un beso", insistía Picardo en Radio Times. Y si finalmente se ratifica un acuerdo, Gibraltar podría convertirse en miembro asociado del espacio Schengen, la zona europea de libre circulación que incluye 29 países, 25 de ellos miembros de la UE. Todo ello permitiría, en palabras de Picardo, que los gibraltarenses recuperaran la libertad de movimiento "de la que disfrutaban cuando eran ciudadanos europeos".
Desde la consumación del Brexit, Gibraltar es el ejemplo clásico de cómo las cuestiones de soberanía y del supuesto orgullo nacional –tanto de los británicos como de los españoles– pasan por encima de los intereses económicos y sociales de los habitantes, tanto los del Peñón como los del Camp de Gibraltar, quince mil de los cuales atraviesan cada día una valla de momento abierta para poder trabajar al otro lado. Desde el 31 de enero del 2020, pese a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, España ha insistido en que no puede hacer la vista gorda más tiempo y que la situación debe resolverse.
El próximo lunes, en Londres, la Unión Europea y Reino Unido celebran una cumbre para, en principio, ratificar un pacto de defensa, energía y comercio, siempre a falta de limar flecos sobre pesca y movilidad juvenil. Este viernes, de hecho, en unas conversaciones bilaterales en el marco de la reunión de la Comunidad Política Europea, que tendrá lugar en Tirana (Albania), se espera que el primer ministro, Keir Starmer, y representantes de la Comisión Europea se pongan manos a la obra en lo que se interpreta como un reinicio de las relaciones entre Londres y Bruselas tras el Brexit.
La doble "traición", de Sánchez y Starmer
Pero para dar por reiniciadas estas relaciones, España quiere que también se termine, definitivamente, el dossier gibraltareño. El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, lo ha comentado explícitamente en Londres esta misma semana, en declaraciones a la BBC: "La relación entre Reino Unido y la Unión Europea es una relación integral, una relación global, no una relación de elegir y remover. Hay muchas, muchas cosas de las que tenemos que hablar, Gibraltar incluido. Gibraltar debería formar parte. Porque Gibraltar no está resuelto. No hay ningún acuerdo.
La cuestión de la soberanía sobre el Peñón es el escollo definitivo que, junto con las cuotas pesqueras y la movilidad juvenil, podría hacer descarrilar los acuerdos que deberían firmarse el lunes en Londres. Lo casi inevitable es que tanto en Madrid como en Londres, se resuelva como se resuelva el asunto –aparcar la soberanía, en un caso, o ceder la potestad a policías españoles para controlar la frontera, en otro–, los dos primeros ministros, Pedro Sánchez y Keir Starmer, tendrán que sentirse como les llaman "traidores". No en vano, Robert Jenrick, ministro de Justicia a la sombra por el Partido Conservador, publicaba este miércoles en la prensa conservadora un artículo titulado "Venderse la leal Gibraltar podría ser la próxima gran traición de Starmer." En Madrid, el lenguaje puede ser aún más duro.