

Con abundancia de imágenes servidas desde la cámara de la grúa, surcando las alturas de la Capilla Sixtina, ahora buscando al Dios barbudo de Miguel Ángel tocando a Adán con el dedo, ahora bajando hasta los impertérritos alabarderos de la Guardia Suiza formados sobre el mármol rojo, blando y uno.Vaticano Mediaha transmitido la silenciosa espera hasta las cuatro y media de la tarde en punto, en que los cardenales, encomendándose a todos los santos y santas en una hipnótica letaníatemprano pro nobis,han entrado en procesión en la capilla Sixtina. conciencia a la elección de un nuevo Papa. Y después, todo el mundo fuera.
La imagen ha pasado a la calle, a la gente que esperaba en la plaza de Sant Pere. De nuevo la tecnología se ha aliado con la tradición, la liturgia, y lo sagrado se ha visto en primer plano desde casa. Las cadenas de televisión, ávidas de una escaleta con nudos y desenlaces, están fascinadas de poder transmitir un acto en una lengua que ya no se habla, protagonizado sólo por hombres (he contado dos mujeres, sólo, saliendo de la Capilla Sixtina), que eligen la cabeza de una iglesia en tiempos de tantas cabezas tantos sombreros, y gaviotas vigilantes. Hay mucho en juego en esta tarde de impecable puesta en escena espiritual, cargada de sobreentendidos terrenales, ideológicos, políticos y económicos, pero Roma lo ha vuelto a hacer: siga atentos a sus pantallas.