Turismo

¿Cómo se gestiona el turismo en... Roma, Copenhague y Viena?

Barcelona va un paso por delante: es pionera en la limitación de turistas en grupo que visitan la ciudad, ha puesto fecha de extinción en los pisos turísticos e impulsa medidas para mantener la esencia del comercio emblemático

Basílica de San Pedro en Roma, Italia
Turismo
23/04/2025
3 min

En el 2023, las calles de Roma estaban más llenas de turistas que nunca. Ese año, los hoteles registraron 35 millones de pernoctaciones, un 16% más que en el 2019, antes de la pandemia. Con este panorama, la ciudad está impulsando medidas para compatibilizar la vida de los residentes con el turismo. El gobierno local se plantea diversificar sus puntos de interés, evitar la concentración hotelera en zonas concretas y limitar los alquileres temporales. Sin embargo, en Barcelona ya hace años que se aplican acciones como estas. De hecho, la capital catalana es pionera en muchas de las medidas de gestión turística que están impulsando ahora otros destinos turísticos de primer nivel.

Turistes a l'any 2023
Distribució del turisme
Procedència del turisme per ciutats
Atraccions culturals més visitades
No inclou els turistes nacionals
Principals regulacions turístiques
Oferta d'allotjament

La hoja de ruta que las recoge es la Medida de Gobierno para la Gestión Turística de Barcelona 2024-2027, documento que fija medidas para mejorar el equilibrio del turismo con la vida cotidiana de los residentes. En total, se destinarán 254,7 millones de euros y quiere reforzar el papel de la ciudad como un destino referente en la gestión, ordenación, financiación y retorno social de la actividad turística. Se definen 55 acciones repartidas en 12 ámbitos de gestión como el alojamiento, la oferta turística, la sostenibilidad y el retorno económico. Destacan acciones concretas como la regulación de los autobuses turísticos para gestionar mejor el número de operaciones y reducir los que entran en la ciudad. También existen medidas para luchar contra las viviendas turísticas ilegales, la creación de un Fondo de Retorno Ciudadano del Turismo gracias al Impuesto sobre Estancias en Establecimientos Turísticos (IEET) y el blindaje de los Espacios de Gran Afluencia.

Turismo en Barcelona

Un problema transversal

El debate sobre cómo gestionar el turismo está vivo en todos los grandes destinos de Europa, que ven cómo ya reciben más visitantes que antes de la pandemia. La falta de diversificación comercial, la concentración hotelera, la proliferación de viviendas de uso turístico dentro de escaleras de vecinos y la masificación de barrios concretos son cuatro de los problemas que tienen sobre la mesa ciudades como Roma. Ahora han empezado a poner manos a la obra. La capital italiana controla ya la venta ambulante en las zonas turísticas y está impulsando medidas para limitar la apertura de nuevos comercios y la construcción de hoteles. En el caso de los pisos turísticos, la ciudad ha prohibido los sistemas de autoentrada, como los códigos para acceder a los edificios, pero tiene todavía una regulación poco estricta, en comparación con ciudades como Barcelona.

Precisamente, Barcelona ha puesto ya fecha de desaparición para los alojamientos de uso turístico en la ciudad: en el 2028, los cerca de 10.000 que habrán cerrado. Roma lo ha mirado de cerca y ya ha dicho que está estudiando hacer lo mismo al menos en las zonas más congestionadas. En Viena, hace unos meses que ha entrado en vigor una reforma de la ley municipal que endurece las exigencias para los alquileres turísticos y plataformas como Airbnb. No pueden sobrepasar un total de 90 días por año, es necesario que se registren oficialmente y deben pagar un impuesto municipal.

La capital austríaca aplica también una tasa turística del 3,2% del precio neto de cada habitación y toma medidas para fomentar la diversidad comercial y preservar el cariz histórico de la ciudad. En esto, Barcelona es uno de los destinos que más medidas concretas tiene a la hora de proteger al comercio local y, en concreto, al comercio emblemático. De hecho, cuenta con una medida de gobierno con iniciativas para garantizar su competitividad.

Copenhague, en cambio, lo mira desde la distancia. No tiene tasa turística, no regula el comercio en las zonas turísticas, no limita el número de turistas en grupo -Barcelona es pionera- y tampoco aplica restricciones a los nuevos hoteles. Ahora bien, está optando por una estrategia diferente: apostar por el turismo sostenible premiando al visitante que se apunta, dándoles descuentos si utilizan, por ejemplo, la bicicleta para desplazarse.

Una calle de Copenhague
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