Literatura

La escritora croata a la que un admirador dejó en herencia una casa con jardín

En 'La zorra', Dubravka Ugresic presenta un rompecabezas lleno de historias vinculadas a la creación literaria por el que circulan un montón de letraheridos que le sirven para hablar de la identidad y de la emigración de los intelectuales

Vista panorámica de Dubrovnik, Croacia.
30/05/2025
3 min
  • Dubravka Ugresico
  • Traducción de Pau Sanchis Ferrer
  • 352 páginas / 24,90 euros

La escritora croata Dubravka Ugresico (1949-2023) sufrió el fin de Yugoslavia y se exilió para terminar sus días en los Países Bajos, después de una vida nómada ejerciendo la docencia en universidades de todas partes. Un día, cuando ya era una mujer madura, un admirador de sus libros le dejó en herencia una casa con jardín no lejos de Zagreb, su ciudad. Primero pensó en renunciar a ella, pero el impuesto de sucesiones era muy bajo y la aceptó. Fue, exploró la zona, puso cortinas e incluso la compartió con Bojan, que había dejado su carrera de juez para desactivar las muchas minas que aún quedaban en la zona, vestigios de la terrible Guerra de los Balcanes.

Ese podía haber sido un hogar para él, que no tenía ninguno, pero no fue el caso. Aunque no sabemos si lo que explica en El zorro es verdad, eso es lo que leemos: "Empeí el hornillo eléctrico bajo el viejo sofá relleno de algas y lo enchufé. Sabía que la hierba seca quemaría tarde o temprano y que después se prendría fuego a todo". Me inclino a pensar que este episodio es "mitad ficción mitad realidad, o quizás algo más que mitad ficción", como decía en su precioso libro Gracias por no leer, que como usted puede imaginar es justamente lo contrario, una invitación a leer.

Una amplitud de miras que ensancha el espíritu

El zorro llega en catalán después de que el año pasado Angle Editorial publicara El Museo de la Rendición Incondicional, donde la autora iluminaba algunos episodios de su vida de eterna exiliada en sitios como Berlín y Lisboa. Ahora le acompañamos, entre otros lugares, en Nápoles y en Inglaterra, que visita para asistir a congresos o jornadas literarias. Y de nuevo tenemos delante un artefacto híbrido, un rompecabezas lleno de historias vinculadas a la creación literaria por el que circulan un montón de letraheridos que le sirven para hablar de la identidad y de la emigración de los intelectuales.

Así, en Nápoles visita la ciudad en compañía de la viuda de un poeta célebre –una especie de María Kodama–, que admite haberse ganado el respeto de los demás asumiendo un lugar secundario: "Yo he servido obedientemente el talento literario de un hombre, he estado al servicio de una mente masculina dream girl, y soy también su viuda en potencia". Y en Inglaterra conoce a la señora Ferris, que ha escrito un libro sobre el escritor Levin, uno de los muchos intelectuales sitiados por el estalinismo. Y como Ugresic es especialista en literatura rusa, no podía faltar Vladimir Nabokov, narrado a través de la existencia de Dorothy Leuthold, la alumna que le hizo de conductora en un viaje a California y que se convirtió en "una nota a pie de página insertada en el gran texto cultural llamado Vladimir Nabokov".

Ya en los años cincuenta Isaiah Berlin escribió sobre los escritores que veían el mundo a través de una sola idea (los erizos) y los que tienen una visión múltiple de la realidad (los zorros). Ugresic escribe "mi cuento sobre cómo se crean los cuentos" desde una pluralidad de puntos de vista, tiempo y espacios. ¿Cómo no hacerlo así cuando, "después de dibujar un itinerario incoherente en una especie de mapa propio, acabé arraigando en otro país y me convertí en un ser con dos biografías y tres lenguas"? El eje central de El zorro siempre es ella y se hace querer, pero las historias de los demás que suma a la suya propia despliegan una riqueza que hace mucho que no estamos acostumbrados a leer y que nos produce una sensación de amplitud de miras que también ensancha el espíritu.

stats
OSZAR »