Las lesbianas más 'cool' del Festival de Cannes
Aubrey Plaza y Margaret Qualley presentan en el certamen francés la comedia 'noir' de Ethan Coen 'Honey don't'


Enviado especial al Festival de CannesSegunda visita consecutiva en el Festival de Cannes de Margaret Qualley, que un año después de dejar a todo el mundo despejado con La sustancia vuelve al certamen con la comedia detectivesca y orgullosamente queer Honey don't, segunda entrega de la trilogía de "películas lesbianas de serie B" dirigidas por uno de los hermanos Coen, Ethan (en solitario sin su hermano Joel), y escritas por su mujer, Tricia Cooke, con quien, por cierto, forma un matrimonio nada convencional: él es heterosexual, ella misma casa con los sexos casas del sexo y los dos conviven a la pareja.
El espíritu libre y queer de la pareja ya latía fuerte en la primera entrega de la trilogía, Dos chicas a la fuga, una comedia alocada en clave de road movie criminal muy generosa en escenas de sexo lésbico, también protagonizada por Qualley como lesbiana lengua larga, aventurera y promiscua. En Honey don't, en cambio, la actriz abraza el arquetipo cool de detective privado en la tradición clásica del noir, pero en clave femenina y lesbiana: Honey es una paya dura, inteligente, segura de sí misma y que tiene respuestas rápidas e irónicas para todo. Y cuando los policías le echan la caña les recuerda con una sonrisa compasiva que a ella le gustan las chicas. Por ejemplo, la policía femme fatale que interpreta a Aubrey Plaza, una de las actrices de comedia más ácidas y carismáticas de Estados Unidos, que en la premiere del filme en Cannes recibió una ovación aún mayor que la de Qualley, y no es de extrañar: era su primera aparición pública tras el suicidio a principios de año de su marido, el director Jeff Baena.
Química y carisma a raudales
La suma de carisma de Qualley y Plaza y su química en pantalla hacen de sus escenas juntas –sobre todo las de sexo– uno de los grandes atractivos de Honey don't. La intriga criminal de Honey don't, en cambio, es una maraña de ideas a medio cocinar y sin demasiada coherencia tonal. A veces no es suficiente con las risas y el sexo para que funcione una pareja, y menos una película. Y no ayuda el personaje de Chris Evans, un predicador enredado en tráfico de drogas que parece haberse equivocado de película. Ya hace seis años que colgó el escudo del Capitán América, pero el actor no encuentra su sitio en Hollywood lejos de Marvel.
Presentada fuera de competición para cerrar el festival, Honey don't es, sin embargo, una elección adecuada para el tipo de sesión nocturna y gamberra en la que se proyectó el viernes, pasada la medianoche. El ambiente eufórico de la gala y la comunión entre público y estrellas fue total y, aunque el filme no sea redondo, es necesario reconocer el espíritu lúdico y la militancia política de sus creadores. Y como exclamó durante la ovación de seis minutos final la guionista Tricia Cooke, verdadera alma de esta trilogía lesbiana: "Queremos más cine queer!"