Ni un día en casa

¿Quién ha hecho felices a miles de catalanes desde el Poble Sec?

Sergi Planes es un tabernero apasionado que atiende a una clientela fiel al Funicular

Sergi Planes con unas anchoas del cantábrico en la barra del restaurante Funicular.
  • Dirección : calle de Vallhonrat, 28, Barcelona 08004
  • Carta : cocina de producto y de mercado
  • Obligado : iglú de pop (versión propia del pop a la gallega)
  • Vino : carta corta, pero con propuestas interesantes
  • Servicio : cercano y amable
  • Local : agradable
  • Precio pagado por persona : 50 euros

Sergi Planes es un tabernero de cuna nacido en las Viviendas del Congreso Eucarístico, un barrio social construido en los años cincuenta por la Iglesia católica de la época. El padre tenía una taberna que principalmente vivía de los trabajadores que, entonces, construían la nueva barriada del distrito de Sant Andreu.

El edificio del Funicular es centenario (1920) y, desde el inicio, ha sido una taberna. El tío de Sergi, Josep Planes, fue el responsable durante treinta y cinco años. Circunstancias propias de la vida hicieron que un joven Sergi, en 1981, iniciara una aventura de éxito y evolución profesional al pie del Funicular de Montjuïc y no en el barrio que le vio nacer.

Los comienzos no son fáciles, pero sí estimulantes. La propuesta de Sergi era sencilla: tapas y platillos de calidad con el mejor producto. Poco a poco la clientela fue haciendo suya la taberna y empujó para convertirla en restaurante. Unos de los principales culpables de esta evolución fueron los socios del tenis Pompeya y los trabajadores, feriantes y visitantes de Fira de Montjuïc. Esto hizo que Sergi se espabilara y se atreviera a ir un poco más allá, pero siempre sin complicarse excesivamente la vida. Nuevos productos se fueron incorporando en la carta del Funicular hasta llegar a convertirse en uno de los tesoros de Barcelona.

Nosotros vamos casi al final de la aventura. El producto y servicio son impecables como el primer día. Estamos en la mesa con una copa de Estrella Damm y enseguida le acompaña una gilda y un par de ostras por barba. Llegar y moler! La carta no es muy extensa y por eso probamos la mayoría de las propuestas. Unas anchoas del Cantábrico de las que cada vez cuestan más de encontrar: grandes, de máxima calidad y de un solo color todo el solomillo. Pedimos también las crestas de gallo en el horno; sardinas en la mallorquina (con sobrasada); carpaccio de bacalao con mermelada y sorbete de tomate y albahaca; iglú de pop (versión propia del pop a la gallega); raviolis rellenos de foie y salteados con setas; un canelón también de foie y trufa; cigalas y gambas medias de la costa barcelonesa.

Durante todo el almuerzo tenemos el apoyo de una botella de Pleret de la bodega Buil & Giné. Garnacha y cariñena de dos viñas viejas centenarias, plantadas en Gratallops y Bellmunt del Priorat. En la etiqueta se define muy bien el sentido que le dan: botellas para compartir sin prisa. Les hacemos caso.

Una clientela maravillosa

Aprovechamos los últimos tragos para charlar con Sergi. Nos conoce, en una de las tablas tiene apilados varios ejemplares del ARA Domingo y nos muestra algunos de nuestros artículos que tiene marcados. "Empecé yendo al Mercado de Sant Antoni y la Boqueria. Un tiempo después fui al mercado del pescado para comprar el mejor género, pero descubrí que era mejor encontrar a un mayorista de confianza", recuerda con cierta nostalgia. "Ahora voy hacia los setenta y mis prioridades han cambiado. Quiero disfrutar de mi nieta y ya no te hablo de mi hija, pero se lo podéis imaginar. Tengo un grupo de amigos muy bonito con el que no puedo estar tanto tiempo como quisiera. Estoy abierto a traspasar el negocio, pero me gustaría que los que vengan tenemos". Todo tiene un final y el Funicular está escrito. La historia de nuestra gastronomía le recordará como un tabernero apasionado que complació a miles de catalanes que buscaban en la simplicidad de un buen producto un rato de felicidad. Aprovecharemos los días o meses que queden para darle las gracias.

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