Neurociencia

Durante un maratón el cerebro se come incluso los nervios

Es una medida extrema del cuerpo para acceder a una fuente rápida de combustible

Un Maratón donde una de las participantes queda exhausta
02/05/2025
4 min

Dice la leyenda que el primero que corrió un maratón, el griego Filípides, murió agotado pocos minutos después de completar el hito. Hay que tener en cuenta que el pobre soldado no esperaba que aquel histórico día del siglo V a. C., en lugar de acabar atravesado por una lanza persa en la playa de Maratón, debería correr sin cesar los 42,195 kilómetros que separaban el campo de batalla de Atenas para anunciar la victoria sobre las tropas invasoras.

Para encarar retos físicos de esta envergadura, mejor entrenarse bien, porque un cuerpo sometido a un estrés así tendrá que recurrir a medidas extremas para seguir funcionando. Incluso "comerse" partes de sus propios nervios, como ha descubierto un grupo de la Universidad del País Vasco dirigido por el neurocientífico Carlos Matute, lo que podría tener efectos más beneficiosos de lo que parece.

Menos mielina

La mielina es una sustancia hecha de grasa y agua que envuelve los axones, las proyecciones de las neuronas por las que circulan los impulsos nerviosos. Sin mielina, la comunicación entre neuronas sería lenta y defectuosa. En uno artículo publicado en Nature metabolismo, el equipo de Matute analizó la cantidad de mielina que había en el cerebro de diez corredores, amateurs pero expertos, de entre 45 y 73 años, dos días antes y después de correr un maratón. Lo hicieron utilizando técnicas de resonancia magnética, que miden indirectamente la presencia de mielina identificando las moléculas de agua contenidas en el cerebro. Vieron que la cantidad de mielina descendía sobre todo en neuronas de las zonas del cerebro relacionadas con el control motor y en el proceso de estímulos sensoriales y emocionales, funciones que los corredores deben utilizar más durante la carrera.

Cuando el cuerpo necesita energía, primero moviliza las reservas de azúcar, que son las moléculas que pueden liberar más de una forma más rápida. Cuando ya no le queda, recurre a las grasas, un sistema muy efectivo de almacenamiento a largo plazo. Incluso puede obtenerse destruyendo músculo, si es necesario. No es extraño que, durante un esfuerzo tan intenso como un maratón, el organismo busque todas las formas posibles de generar energía y que el cerebro, el órgano que necesita más de todos, use tácticas excepcionales para garantizar su suministro. Al fin y al cabo, la mielina está ahí mismo y representa el 40% del peso del sistema nervioso central: parece una fuente rápida y asequible de combustible.

Beneficioso para los nervios

Aunque suene mal, lo cierto es que no hay datos que sugieran que el maratón sea malo para el cerebro. No se ven pérdidas de capacidad cognitiva ni siquiera temporales, al menos después de haber hecho suficiente reposo para recuperarse del trance. Puede que la cantidad de mielina consumida no sea suficiente para generar efectos negativos en los nervios y eso sería lógico, porque no tendría sentido que el cuerpo pusiera en peligro el funcionamiento del órgano que precisamente está intentando alimentar. Matute propone que "comerse" la mielina en realidad podría tener efectos beneficiosos en la salud de los nervios, porque les obligaría a regenerarse. Efectivamente, la cantidad de mielina vuelve a los niveles precursa al cabo de un par de meses como máximo, y esta renovación de la cobertura de los nervios quizá les permitiría funcionar más eficazmente y repararse mejor si en algún momento se lesionan. Esto serían buenas noticias para quienes, como Matute, son ávidos corredores de largas distancias.

Sería interesante estudiar si este fenómeno tiene que ver con la autofagia, un proceso celular que, como su nombre indica, consiste en digerir partes propias para hacer limpieza de componentes caducos y reciclar así materiales que pueden servir para construir otros nuevos. Se sabe que cuando la autofagia no funciona bien en las células, los tejidos envejecen más rápido. Así, un repuesto periódico de mielina podría protegerse contra la degeneración de las neuronas, por ejemplo en la pérdida de mielina que se ve en la esclerosis múltiple. Habría que mirar también qué tipo de actividad, más allá de un maratón, puede activar esta respuesta.

Debemos tener presente que la evolución no nos ha hecho corredores, como la gacela y el guepardo. Nuestro cuerpo está más adaptado a trepar por los árboles que al gran esfuerzo físico que implica una carrera de larga distancia. Sin embargo, con el entrenamiento adecuado, somos capaces de grandes heroicidades, como completar 42 kilómetros de un tirón sin caer muertos. Esto, tradicionalmente, no se ha visto como una estrategia para una vida saludable, porque entregarse a este tipo de ejercicios intensos regularmente acaba haciendo pagar un precio a nuestro esqueleto. Incluso existen estudios que relacionan el deporte competitivo con un envejecimiento precoz. Para la mayoría de la población, debería ser mejor realizar actividad física moderada de manera constante que grandes tareas que llevan el cuerpo al límite. Pero el estudio de la mielina sugiere que podría haber beneficios ocultos en esos excesos que todavía no conocíamos. Habrá que investigar más para entender el alcance y el significado de estos descubrimientos.

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