

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha dicho la suya sobre la opa del BBVA en el Banc Sabadell. Ahora estamos en un momento más político: la fase en la que el gobierno central –como establece la normativa– debe pronunciarse sobre las condiciones adicionales que imponga al BBVA por razones de interés general. A partir de ahí, si el BBVA mantiene la opa, la palabra la tendrán los accionistas.
Conviene aclarar una percepción errónea sobre la relevancia, más allá de la garantía de la competencia, de la consideración del interés general. No es poca sino mucha. Para cualquier sector, incluido el financiero, en el que las empresas tengan un nivel significativo de costes fijos –y, por tanto, escalar sin límite reduce sin límite los costes unitarios–, la competencia regulada puede contribuir al interés general, pero está lejos de ser una condición suficiente para el mejor resultado posible. Me explico. Sin ninguna regulación, la lógica de la tecnología y de la competencia llevarían, en el caso extremo, a la concentración en una única empresa. Entonces tendríamos eficiencia productiva, pero esta empresa sería un monopolio y se comportaría como tal, lo que sería altamente indeseable: sufrirían los consumidores y empresas necesitadas de crédito. Las del presente y más aún las del futuro, ya que el ritmo de innovación se ralentizaría mucho. En algún sector, las infraestructuras fijas de producción (piensa en redes) son de tal magnitud que no hay más remedio que aceptar que sólo haya una, en cuyo caso debe estar muy regulada. En otros, como el sector de la banca, puede argumentarse que fomentar la existencia de una multiplicidad de empresas y vigilar la competencia podría ser suficiente para evitar beneficios de monopolio. Sin embargo, paradójicamente, esto supone renunciar a la perfección en términos de eficiencia productiva y, si es así, no existe ningún principio de teoría económica que indique que, asegurada la ausencia de beneficios de monopolio, no haya otras dimensiones de actuación pública que convengan al interés general.
La resolución de la CNMC lo reconoce implícitamente cuando establece medidas temporales para garantizar la disponibilidad de crédito a pequeñas y medianas empresas. Es reconocer que la fusión puede afectar negativamente al ecosistema de banca de proximidad. Pero una de dos: o esto puede pasar por carencia de competencia, y entonces no se entiende que sean temporales, o bien es una carencia adicional producida por la fusión que es de interés general pero que no es de competencia. La Comisión ha optado por la segunda. Pone condiciones, pero son para suavizar la transición, incluida la de propiciar la unanimidad del dictamen. En cualquier caso, reconoce que habrá un problema de banca de proximidad. Simplemente, nos dice que no lo encontraremos hasta dentro de tres-cinco años. Nos toma por gente de horizonte corto.
Más allá de los que ya detecta la CNMC, existen otros vectores importantes para el interés general. El margen de mejora es amplio. Uno que se ha señalado repetidamente remite a la prudencia macroeconómica: queremos ensanchar el ámbito del sector too big too fail? Otro es el territorial. Estoy particularmente sensible. Cuando los economistas de aquí nos reunimos para hablar de nuestras (y sus) cosas, la calidad de la conversación gana por la presencia habitual de economistas de CaixaBank y del Banc Sabadell. Pero BBVA no hay. Y sé, por tanto, lo que la fusión comportará.
Soy de la firme opinión que es de interés general para España ser más como Alemania y menos como Francia. Mantener la independencia del Banc Sabadell es un paso en la buena dirección.
El presidente Illa ha formulado un objetivo claro de su política en el ámbito económico: fortalecer la economía catalana para ejercer liderazgo en la economía española. Quizás la historia dirá que era un objetivo quijotesco, o quizá dirá que marcó el inicio de un nuevo dinamismo económico catalán y de una España económicamente multicéntrica. Ojalá sea la segunda, porque una España compuesta de muchos territorios económicamente fuertes y cooperando entre ellos sólo puede beneficiar a la prosperidad general. Ahora bien: para hacerlo posible, el campo de juego debe estar nivelado. Aquí el papel arbitral del gobierno central es fundamental. En Cataluña todavía cuece el "Endesa antes alemana que catalana(hoy es italiana). Mantener el centro de decisión del cuarto banco español en Catalunya es lo que ahora toca. O bien eso, o bien el proyecto Illa queda tocado.