Una cuidadora acompañando a una abuela en una residencia en una imagen de archivo.
Directora de la Cátedra de Justicia Social y Restaurativa, Facultad Pere Tarrés - URL
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Ante los acontecimientos internacionales recientes, cada vez parece más factible la posibilidad de un retroceso en el camino hacia la igualdad de las mujeres. Lo cierto es que la curva ascendente no siempre es constante, sino que a veces tiene recaídas. Pero soy optimista y pienso que esto no va a suceder y que estamos ante un proceso, por ahora, imparable.

Me preocupan más los riesgos del abandono de los cuidados. Tradicionalmente, las mujeres siempre nos hemos ocupado del bienestar de nuestro entorno, del cuidado de los hijos y de los padres mayores. En cuanto a los hijos, ciertamente se ha producido un importante cambio generacional, y aunque la implicación de los padres en el cuidado de los hijos pequeños sigue sin ser siempre equitativa, hoy ya es considerable.

Pero esto no ocurre igual en el cuidado de las personas mayores y en la atención de las personas más vulnerables, cada vez más numerosas en nuestro país. Todos los indicadores marcan un sesgo de género y una mayor implicación de las mujeres en las funciones del cuidado. Así, el bienestar de una sociedad envejecida será una vez más competencia de las mujeres.

Hay un dato al menos curioso y que de alguna manera confirma alguna de estas teorías. De las personas que acuden a nuestra institución para presentar una queja, el motivo por el que lo hacen es ilustrativo. En la distribución de quejas que llegan cada año, casi el 50% están relacionadas con políticas sociales (salud, infancia, servicios sociales, vivienda, pensiones, etc.). Esto significa que estos son los temas que hoy más preocupan a nuestra sociedad. El 65% de estas quejas las presentan las mujeres, frente al 35% de los hombres. En cambio, cuando las quejas se refieren por ejemplo a tributos, políticas territoriales o urbanismo, las cifras son exactamente al revés.

Tampoco en el otro extremo, en los jóvenes, en el estudio de carreras universitarias se han logrado los cambios necesarios. Las mujeres continúan con la preferencia por los estudios relacionados con los cuidados, como la educación y las ciencias de la salud, mientras que los hombres se matriculan mayoritariamente en carreras como ingenierías, matemática e informática. El dato más significativo sería el de las mujeres en los estudios de educación infantil, que son el 97%, y los hombres en informática, que son el 86%. Pero en enfermería, trabajo social y educación social el porcentaje de mujeres supera normalmente el 80%.

Ya lo escribí una vez y no gustó a todo el mundo: el tema no es motivar a las mujeres a estudiar carreras técnicas –aunque también–, sino motivar a los hombres a estudiar profesiones de cuidados. Pero esto, probablemente, además de requerir un importante cambio cultural, solo podrá conseguirse con sueldos competitivos, lo que desgraciadamente no solo no es el caso, sino que suelen ser a menudo los sueldos más bajos.

Hoy, como cada ocho de marzo, es el cumpleaños de mi nieta Carlota, que nació en el 2010, coincidiendo con una monumental nevada en Barcelona. Desde entonces no recuerdo una nevada igual, quizá por el cambio climático… Hoy cumple 15 años, y antiguamente se cantaba "de niña a mujer".

La celebración de los 15 años tiene su origen en México, un país que Carlota sabe que siento muy cercano. Vi celebrar muchas veces los 15 años de las niñas mexicanas en unos rituales y fiestas todavía muy impresionantes. En un pasado que hoy nos parece lejano pero que no lo es tanto se buscaba casar a la joven y prepararla para ese rol. Hoy, afortunadamente, ella no tendrá que vivir nada parecido, pero todavía quedan muchos sitios donde las niñas no tienen ningún derecho reconocido y son víctimas de una violencia brutal. La valentía, la voluntad y también la tozudez de Carlota, como las de muchas chicas como ella, son el mejor signo de esperanza y de que los tiempos han cambiado de verdad y de que no hay vuelta atrás.

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