

En el Como si fuera ayer estamos teniendo una epidemia de personajes femeninos que caen de cuatro patas en los encantos seductores de unos machos de intenciones poco honestas. Primero estuvo Silvia, que se rindió al flirteo digital de un individuo que quería comprarle una lámpara a través de internet. Y resulta que se acabó follando lo que era su cuñado, uno tiratrastes de categoría de quienes arrebatan con todo lo que pueden a través de aplicaciones de móvil. También sufrimos la trama esperpéntica de las primas Gina y Lídia, que se envolvieron ambas con el mismo delincuente. Uno de los mal llamados "estafadores del amor" que les quería tomar el dinero. Las enredó hasta unos niveles insólitos, y ambas cedieron a sospechosas peticiones de dinero que ellas tomaban con una inocencia inaudita. Estas últimas semanas hemos actualizado marcadores con la trama de Eugeni. Un conquistador a granel que se dedica a cautivar a las mujeres exhibiendo una oratoria aduladora tan exagerada que parece imposible que las pesque de tres en tres. Gemma, Celia y Cristina ya han pasado por la habitación de hotel que el individuo utiliza de conejera. Aún podríamos poner, en esta categoría, a Patri, que sólo necesitó encontrarse un par de veces con un activista arrogante para dejar a su novio. Resulta que con el defensor de las causas nobles establece una relación tóxica que la chica no sabe identificar: ella ha afrontado con sumisión los desprecios constantes y ataques de indignación injustificados que apuntan a un claro maltrato psicológico. A Eva ya le costó dios y ayuda deshacerse del hombre sin brazo que se aprovechaba de ella para que le hiciera de asistente personal. Ahora sólo nos faltaba Marta, que, inexplicablemente, ha terminado llamando al maltratador y abusador de su hijo de acogida porque ha tenido pana con el coche. Alucinante. Es decir, que cuando se siente más desprotegida, perdida en una carretera solitaria, no tiene otra idea mejor que pedir ayuda al hombre que acaba de salir de la cárcel por violencia machista grave, al malparido que ha aterrorizado y ha chantajeado al adolescente que ella ama como un hijo. Y a la hora de pedirle chispa para la batería, más que un dilema existencial parece sentirse seducida por un agresor. Todas, excepto Patri, ya son algo veteranas y ya saben el pan que se le da en las relaciones con los hombres.
Estimados guionistas, un poco de caña, por favor. Ya sabemos que estas cosas pueden ocurrir. Pero todo tan concentrado en la misma temporada y en semanas consecutivas es desesperante. Parecen los roles femeninos de una serie turca. Un poco de empoderamiento, por favor, que sirva de modelo. Estamos en el siglo XXI. Agradeceríamos que apareciera alguna tía que los machacara de una hora lejos, que plantara cara, que pusiera límites enseguida, que se jodiese de las estrategias o que los pusiera en marcha sin pasar por la piedra. En lugar del Como si fuera ayer parece que vemos el Como si fueran acelgas.