Ahora también toca huir de Telegram
La sospechosa alianza entre Pavel Durov y Elon Musk, un acuerdo polémico que replantea la privacidad digital


El divorcio entre Donald Trump y Elon Musk, con cruce de reproches y acusaciones muy graves, ha dejado en segundo término otro movimiento reciente que también implica el magnate tecnológico y nos afecta más directamente como usuarios de plataformas digitales, hasta el punto de que debería hacernos replantear la manera de comunicarnos en la era de la IA, a poco que nos preocupe nuestra privacidad.
Pavel Durov, el creador de Telegram, anunció hace pocos días un acuerdo con xAI, la empresa de inteligencia artificial de Elon Musk, para integrar el chatbot Grok en la plataforma de mensajería. Durante el primer año, xAI pagará 300 millones de dólares (más de 260 millones de euros) a Telegram y le cederá el 50% de los ingresos por suscripciones a Grok vendidas a través de la aplicación.
El contexto de este acuerdo es la guerra abierta entre Musk y Sam Altman de OpenAI, la empresa de ChatGPT. En febrero, Musk ofreció 97.400 millones de dólares para comprar OpenAI, oferta que Altman rechazó irónicamente y se ofreció a comprarle Twitter por una décima parte de esa cantidad. La respuesta real de OpenAI ha sido mostrarse dispuesta a crear una red social propia en torno a ChatGPT, proyecto que sigue activo y demuestra que ya estamos inmersos en una auténtica batalla de las redes sociales con IA. En esta línea, X acaba de activar XChat, que añade a los mensajes privados funciones más propias de una aplicación de chat para móviles.
¿Qué hará xAI del contenido de Telegram?
El motivo de la alianza entre Telegram y xAI es estratégico: para entrenar a Grok, Musk ya no le basta con los tuits de los cientos de millones de usuarios de X, y ahora dispondrá también de los chats de los más de 1.000 millones de usuarios de Telegram, un volumen que OpenAI envidia.
Según Durov, xAI sólo accederá a los datos que los usuarios de Telegram compartan explícitamente con Grok dialogando con el chatbot de IA dentro de la aplicación. Ahora bien, esta declaración deja muchas cuestiones abiertas. Dentro de Telegram, el usuario podrá invocar a Grok para sugerencias de escritura, resumir chats, enlaces y documentos, y crear pegatinas. Por tanto, la IA de Musk accederá al contenido de los mensajes.
Musk se ha propuesto alimentar a Grok con todo lo que tenga a su alcance. La política de privacidad de X contempla ya el uso de las publicaciones públicas de los usuarios para entrenar sus modelos de IA. No queda claro si xAI utilizará los chats de Telegram de forma similar, pero todo indica que se trata de una venta de datos más que de una alianza tecnológica. En cualquier caso, X apenas se ha blindado cambiando los términos y condiciones para prohibir a los desarrolladores de aplicaciones que entrenen con los tuits públicos cualquier modelo de IA externo.
Cabe decir que nadie está libre de culpa en este ámbito. Meta Platforms ha empezado oficialmente a recoger y utilizar los datos públicos de los usuarios mayores de edad de WhatsApp, Instagram y Facebook para entrenar sus modelos de IA también en la Unión Europea. Es cierto que los usuarios pueden rellenar un formulario para oponerse al uso de sus datos públicos para entrenar a la IA de Meta, en aplicación del Reglamento General de Protección de Datos, pero muchos lo desconocen.
Un éxito construido sobre promesas equívocas
Volviendo a Telegram, tradicionalmente se había posicionado como una alternativa a WhatsApp con mayor privacidad. A menudo hemos explicado aquí que no lo es: WhatsApp aplica cifrado de extremo a extremo por omisión en todas las conversaciones, mientras que Telegram sólo le ofrece en los "chats secretos". Pero la realidad es demoledora: la gran mayoría del tráfico de Telegram se produce en chats normales, canales de difusión y grupos que no ofrecen privacidad real. Estas conversaciones se almacenan cifradas en los servidores de la empresa pero con claves de descifrado accesibles para la compañía.
Además de esta promesa equívoca de mayor privacidad, parte del éxito de Telegram se debe también a funcionalidades innovadoras... que Meta ha ido copiando puntualmente a WhatsApp: envío de archivos de hasta 2 GB, pegatinas animadas, edición y eliminación de mensajes sin límite de tiempo, sinc. Por otro lado, Meta protege el contenido de los chats, pero explota agresivamente los metadatos de las comunicaciones –quien chatea con quien, desde dónde, qué otras aplicaciones tiene instaladas en el teléfono– para elaborar perfiles detallados de los usuarios de cara a personalizar sus anuncios.
En la práctica, el acuerdo entre Telegram y xAI sitúa al chat de Pavel Durov en posición desfavorable respecto a WhatsApp: ahora ambos ceden datos, pero al menos el servicio de Meta cifra el contenido de todos los mensajes.
Alternativas
Para los usuarios que priorizan la privacidad, el panorama se está estrechando. Signal se ha convertido en la opción favorita. Es menos completo que Telegram, pero aplica cifrado de extremo a extremo por omisión y capta muchísimos menos datos que WhatsApp, y está gestionado por una fundación sin ánimo de lucro... financiada en gran parte por uno de los dos creadores de WhatsApp, que huyó inmediatamente después de venderle a Meta (entonces Facebook). Signal hace años que mi chat de referencia.
Otro chat alternativo es el suizo Threema. De código abierto y cifrado de extremo a extremo, cumple estrictamente con el marco normativo europeo. Eso sí, para utilizarlo hay que pagar –una sola vez– algo menos de seis euros y medio. Probablemente, los usuarios que huyan de WhatsApp y/o de Telegram encontrarán más grave que sus contactos habituales no estén allí. Pero la decisión de irse de Telegram ya no es sólo cuestión de preferencias personales, sino de principios. Es necesario ser escépticos con plataformas dirigidas por individuos capaces de traicionar sus compromisos cuando les conviene económicamente.
El pívot publicitario de la industria
Todo esto se inscribe en una tendencia más amplia: la IA para consumidores está girando hacia modelos publicitarios porque las suscripciones no pueden sostener sus enormes costes computacionales. OpenAI quema más de 5.000 millones de dólares cada año mientras sólo el 4% de sus 500 millones de usuarios semanales pagan por el ChatGPT completo.
Las empresas de IA han descubierto que los modelos publicitarios son más lucrativos que las suscripciones: OpenAI aspira a facturar 25.000 millones de dólares en anuncios en el 2029. Esta realidad económica explica por qué plataformas como Telegram están dispuestas a comprometer la privacidad de los usuarios a cambio de sesgos y la desinformación propios de la IA contaminen las aplicaciones de mensajería cuando éstas incorporan plataformas publicitarias.
En un mundo donde las empresas de IA necesitan acceso a conversaciones humanas para entrenar sus modelos, los usuarios se han convertido en materia prima de una industria que los trata con cinismo creciente.