Guerra contra el alcohol en Rusia
Algunas regiones restringen su venta ante el auge de la mortalidad por alcoholismo a raíz de la invasión en Ucrania


Moscú"La guerra ha devuelto la función histórica de la bebida a Rusia como cuidado universal para el estrés, el miedo y el dolor por los muertos. El alcoholismo ruso tradicional ha vuelto", escribe el periodista Sergei Xelin. En el 2024 los rusos ingirieron la mayor cantidad de alcohol de alta graduación de los últimos ocho años. Putin había logrado reducir drásticamente el consumo de estas bebidas y entre 2010 y 2021 la cifra de nuevos pacientes diagnosticados por esta adicción se había reducido a la mitad. Pero en el 2022 la tendencia se quebró y las estadísticas volvieron a subir. El ministerio de Sanidad lo atribuye al "estrés por la pandemia", pero los psiquiatras suman un factor más importante, la guerra.
Para combatir esta epidemia, una región ha declarado la guerra al alcohol, Vologda, unos 400 kilómetros al norte de Moscú. Su gobernador, Gueorgui Filimónov, ha decretado una ley que sólo permite la venta de bebidas alcohólicas en las tiendas entre las doce y las dos de la tarde los días laborables, y durante todo el día los fines de semana. Su argumento es que el 71% de las muertes de los hombres en edad laboral están relacionadas con la ingesta de esa sustancia.
"Si la población se nos muere como en una guerra, ¿quién los sustituirá?", se pregunta Filimónov, un político polémico, famoso por haber inaugurado una estatua de Stalin hace unos meses. Su obsesión no es sólo frenar la mortalidad sino que repunte la natalidad, y cree que con esta medida lo conseguirá. Por eso mismo también quiere convertir su región en la primera que prohíbe el aborto en toda Rusia.
Aumento de la venta clandestina
El gobernador saca pecho del éxito de la ley semiseca, como se la conoce popularmente, en vigor desde el 1 de marzo, porque se han reducido cerca de un 20% las ventas de alcohol. Sin embargo, la consecuencia es que la mitad de los negocios de venta de licores han tenido que cerrar y se ha creado un mercado negro que funciona a todo estropeo. Losnalivaiqui, unos establecimientos perseguidos que suelen ubicarse en plantas bajas de edificios residenciales, venden clandestinamente envases sin tapón o vierten su contenido en vasos. Eso sí, al doble o al triple del precio que se paga en el supermercado. Un reportaje delKommersanteincluso ha comprobado cómo los taxistas se ganan un sobresueldo comerciante con botellas que esconden en el maletero. "Esto no es por dinero; es para ayudar a la gente", explica un conductor.
La población está dividida. Una de las quejas de los vecinos en los foros ciudadanos es que, si te ves obligado a acumular provisiones, entonces consumes más. Oleg, de Nikolsk, avisa de que "los que no quieren beber no beberán, pero los que quieran encontrarán la manera". Galina, de Txerepovets, también advierte que la gente "beberá cualquier cosa que se parezca ligeramente al alcohol". De hecho, los farmacéuticos admiten que han aumentado las recetas de remedios a base de alcohol de más de 65 grados. En cambio, Tatiana, de Vragovo, suscribe la prohibición: "¿De qué sirve el vodka? Solo trae problemas".
Otras regiones como Nijni Nóvgorod también han anunciado que seguirán el camino de Vologda, pero, por el contrario, el Kremlin lo descarta en el ámbito federal. Sin embargo, la prueba piloto de Filimónov ha agujereado y recientemente han aparecido iniciativas como la del Comité de Investigación ruso, una suerte de análogo de la Fiscalía, que quiere vetar la venta de alcohol a los menores de 21 años. O, por ejemplo, un miembro del Comité de Salud de la Duma es partidario de que no pueda comprarse esta sustancia los fines de semana.
Los jóvenes ya no beben vodka
Sin embargo, la realidad es que durante el primer trimestre de 2025 la producción de vodka en toda Rusia ha caído más de un 25%, y las ventas de alcohol, en general, han disminuido cerca de un 15%, según datos de la agencia Interfax. Para los expertos, la causa es el aumento de los impuestos que repercuten en el cliente. Medio litro de vodka cuesta ahora unos 3,75 euros y hace unos meses costaba 3,20, una subida inasumible para muchos rusos. Si se mantiene esta tendencia, los economistas también alertan de que podría afectar de forma crítica a la recaudación del estado.
Los expertos destacan todavía otra de las razones del descenso del consumo: los jóvenes ya no beben vodka como sus padres o sus abuelos. Según el sociólogo Aleksei Firsov, los menores de 30 años tienen hábitos más saludables que podrían contrarrestar la dinámica negativa de repunte del alcoholismo.