Literatura

Un libro pionero en el estudio y la reivindicación de las "literaturas regionales"

Taurus reedita 'La edad de plata', de José-Carlos Mainer, ensayo de referencia en el hispanismo escrito a principios de los 70 y publicado todavía durante la dictadura franquista

Una imagen de la primera cena del Club de los Novelistas en 1935, donde estaban, entre otros, Martí de Riquer, Josep Palau i Fabre, Mercè Rodoreda y JV Foix
02/05/2025
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Barcelona"La Cataluña actual no puede agradar a ningún joven de inteligencia clara y elevada [...] La Cataluña mercado, judía, sanchopancesca, mojigata y falsificadora debe desaparecer ante una Cataluña instruida, con conciencia de su valer, con educación propia, de espíritu libre y bastante expansiva". Este fragmento del artículo La juventud catalana de ahora, escrito por Jaume Brossa (Sant Andreu, 1875 - Barcelona, ​​1919) y publicado en la revista El Avance en 1893 se encuentra al inicio del capítulo que José-Carlos Mainer (Zaragoza, 1944) dedicaba a las llamadas "literaturas regionales" -la catalana, la vasca y la gallega- en un ensayo de referencia en el mundo hispánico, La edad de plata, publicado por primera vez en 1975 en Los Libros de la Frontera por el editor y librero José Batlló, aún durante la dictadura franquista, y recuperado ahora por Taurus con un nuevo prólogo del autor y un epílogo firmado por Jordi Gracia y Domingo Ródenas de Moya.

"La edad de plata se lee aún con la frescura y la integridad con la que el libro fue escrito —defiende Gracia—. Es un puzle complejo de la vida intelectual del país desde principios del siglo XX hasta 1939". Mainer lo escribió poco después de Falange y literatura (Labor, 1971), cuando ya daba clases de literatura española en la Universidad de Barcelona, ​​donde se había licenciado y doctorado con una tesis sobre el escritor y periodista gallego Wenceslao Fernández Flórez. "Llegué a Barcelona en 1964, justo antes de empezar tercero de carrera —recuerda Mainer—. Estudié el catalán enseguida, y aunque nunca lo he terminado de hablar con fluidez, sí lo he podido escribir bien y leerlo sin problemas". "En algún dictado llegaba a sacar mejor nota que los alumnos catalanes", añade María-Dolores Albiac Blanco, compañera de carrera y pareja de Mainer, quien también se ha dedicado durante décadas al estudio de la historia de la literatura desde la universidad. "José-Carlos y yo podríamos haber terminado la carrera expedientados, pero gracias a profesores como Martí de Riquer nos acabamos salvando", recuerda Albiac. Tanto ella como Mainer tienen presentes algunas de las contradicciones del medievalista: "En 1966, el mismo año de Capuchinada, el doctor Riquer era capaz de desaconsejar la publicación de un diario en catalán y, al mismo tiempo, jugársela por algunos alumnos: sabíamos que visitaba la comisaría de los suyos".

Distanciarse de los manuales solemnemente aburridos

Aunque en la época se definieran como "rojos", Mainer y Albiac acabaron formando parte del Departamento de Románicas capitaneado por Martí de Riquer. "Enseguida me interesé por leer y estudiar a los autores del exilio, que descubrí gracias a José Luis Cano, poeta, crítico literario y uno de los fundadores de la revista Ínsula —admite Mainer—. Aunque estuvieran prohibidos, no era tan difícil acceder a su obra porque muchas de las librerías de Barcelona tenían un armario secreto con la literatura perseguida. Pienso en la antigua Casa del Libro, la Cinco de Oros o una librería de segunda mano de la calle Aribau donde pasábamos muchas tardes". "Mainer fue criado en pleno franquismo —comenta Domingo Ródenas— pero, aun así, enseguida vio, mientras preparaba La edad de plata, que para reconstruir la trama de un proceso cultural que arranca en 1902 necesitaba hablar también de las literaturas con lengua propia del Estado que estaban resurgiendo". "Tiene mucho mérito que un libro como éste, del alcance y con la modernidad de planteamiento que tiene, y también con la repercusión posterior que ha conseguido, el Publi.

"Siempre busqué una forma de expresión independiente y en aquella época los manuales de literatura española eran solemnemente aburridos", asegura Mainer. La edad de plata fue Literatura catalana contemporánea, que Joan Fuster publicó en 1972 en Curial y que abarca desde el Modernismo hasta la década de los sesenta del siglo XX. También la parte sobre literatura catalana del libro de Mainer arranca con el embate modernista. Así como en la literatura castellana las propuestas de cambio, promovidas por un conocido artículo de Ramiro de Maeztu, Hacia otra España (1899), no hicieron agujero por "la ausencia de espíritu burgués ni de afán industrial" y "el amochado casticismo", según se puede leer en La edad de plata, el Modernismo de autores catalanes como Santiago Rusiñol, Joan Maragall, Ignasi Iglesias y Víctor Catalán "se supo insertar con una coherencia singular en la demanda artística de una burguesía hegemónica, que fue progresista a expensas del dinero burgués".

Elogio al "libro total" de JV Foix

Por las páginas del ensayo de José-Carlos Mainer desfilan otros referentes de la literatura catalana como Josep Carner, Josep Pla, Joan Salvat-Papasseit y JV Foix. De este último destaca el proyecto de Diario 1918, "concebido como una variante de aquel libro total que soñó el simbolismo y significativamente idéntico en su enunciación titular a ese otro diario con el que Juan Ramón Jiménez abrió rutas similares en el mundo de la poesía lírica española". Este es uno de los otros aciertos de La edad de plata: Mainer no sólo hace dialogar las diversas tradiciones literarias del Estado, sino que también las inserta en la producción cultural europea de la época. Incluso repasa los catálogos editoriales del período para ver qué autores estaban más presentes y deducir su posible influencia. En 1910, por ejemplo, tenían mucha difusión ensayos de Nietzsche, Kropotkin y Renan, pero también novelas de Tolstoi, Zola, Dickens, Hugo y Dumas.

"Hasta mi libro era impensable mencionar a autores extranjeros en un manual de literatura española —comenta Mainer—. Mi idea fue hacer saltar por los aires algunos aspectos demasiado reverenciados con la voluntad de agrandar el canon". Cita como ejemplo la poesía de Antonio Machado, que por motivos políticos "era citada hasta entonces de forma anecdótica". Si ahora hubiera tenido fuerzas y ganas de ampliar el ensayo, José-Carlos Mainer habría añadido, entre otros, Manuel Chaves Nogales y Las Sinsombrero, nombre con el que desde hace una década se engloban las autoras olvidadas de la Generación del 27, entre ellas Luisa Carnés, María Teresa León y Rosa Chacel.

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