Johann Hari: "El ozempic no es una moda, es una revolución"
Autor de "Adelgazar a cualquier precio"


Johann Hari (Glasgow, 1979) estaba a punto de cumplir 42 años cuando escuchó la palabra ozempic. Es la edad en la que había muerto su abuelo de un ataque al corazón, y él había sufrido obesidad casi toda su vida. Decidió inyectarse el fármaco, y viajó por todo el mundo entrevistando a científicos. Lo ha recogido en el libro Adelgazar a cualquier precio (Península).
Descubre el fármaco en una fiesta.
— Y, no quiero presumir, pero lo organizaba un actor ganador de un Oscar. Era justo después de la pandemia y yo me sentía inseguro porque había ganado peso, pero pensaba que le habría pasado a todo el mundo. Cuando llegué vi que estaban más delgados que antes de la covid le dije a una amiga: "Uau, todo el mundo ha hecho pilates durante el confinamiento, ¿no?" Sonrió, y me enseñó una pluma de ozempico.
¿Qué pensó?
— Que era demasiado bueno para ser verdad. Y luego tuve muchas dudas sobre si tomarlas por los efectos secundarios, pero estaba preocupado por mi peso, y la dieta y el ejercicio no habían funcionado.
¿Qué pasa dos días después de empezar a tomarla?
— Nunca olvidaré la sensación cuando me desperté. No sabía lo que pasaba, y me di cuenta de que no tenía hambre. Fui a una cafetería y pedí un wrap de pollo con un montón de mayonesa; me da vergüenza, pero es lo que desayunaba habitualmente. Y casi siempre me quedaba con hambre. Hice tres o cuatro bocados y no quería más. Cuando estás a dieta, quieres un Big Mac pero, con fuerza de voluntad, decides no comértelo. Esta vez fue una experiencia totalmente distinta. Por eso los científicos dicen que han descodificado el código que controla el apetito humano.
¿Cuál pasó después?
— Durante los primeros seis meses perdí mucho peso, mi dolor de espalda desapareció y el caches del jardinero me echó los trastos. Pero, curiosamente, estaba triste.
¿Por qué?
— Quizá sea un efecto secundario, pero yo sospecho que hay algo más. Un día en Las Vegas estaba investigando un tema muy difícil, el asesinato de una persona que conocía, y estaba muy triste. Entré en un Kentucky Fried Chicken y pedí lo que siempre pedía para animarme: un cubo de pollo. Pero no tenía hambre. Hay cinco motivos por los que comemos, y sólo uno tiene que ver con obtener nutrientes. Lo demás son psicológicos. Me di cuenta de que desde pequeño utilizaba la alimentación para gestionar mis emociones. Y esto no puedes hacerlo cuando tomas estos fármacos.
En el libro insiste en que no es una moda.
— Ni es una moda ni una locura, es un gigantesco avance científico. Diría que es comparable a la píldora anticonceptiva. La obesidad es letal; hace que sea más probable morir de un ataque al corazón, padecer demencia o cáncer, y tienes un 70% más de posibilidades de desarrollar diabetes del tipo 2, que es la principal causa evitable de ceguera en Reino Unido. Puede parecer exagerado, pero yo lo veo como la invención del fuego.
Afirma que toma el 20% de población en Estados Unidos.
— Y dentro de siete años termina la patente, por lo que mi predicción es que se transformará en una píldora que puede costar un euro al día. Creo que al menos un cuarto de la población española estará tomando ese fármaco.
Pero vayamos atrás. ¿Por qué tenemos ese problema de obesidad?
— El año que nací, en Gran Bretaña, un 6% de la población era obesa y ahora esta cifra ha aumentado hasta un 23%. Y la realidad es que la obesidad explota en todas partes cuando llega un cambio: pasar de la comida fresca a la comida procesada. Hay evidencias de cómo erosiona nuestra capacidad de sentirnos saciados.
Habla de un estudio del doctor Paul Kenny.
— Cogió un montón de ratas, las crió en jaulas y les daba piensos naturales. Al cabo de un tiempo introdujo, junto con la comida saludable, cosas como beicon frito y pastel de queso. Las ratas se transformaron y comían sin cesar; se arrojaban literalmente sobre la tarta de queso. Y luego el doctor Kenny hizo algo algo cruel: les quitó la comida basura. Y lo sorprendente es que no querían ni siquiera acercarse a la comida saludable; preferían morir de hambre. Yo defiendo que todos vivimos una versión de esto. Hemos crecido en una trampa, y estos fármacos son una salida. No es perfecto pero son una salida.
¿La solución no sería deporte y dieta saludable?
— Los datos indican que a largo plazo sólo el 15% de las personas son capaces de perder peso con dieta y ejercicio. Esto significa que no funciona para el 85% de personas que lo intentan. Es evidente que necesitamos pensar estrategias a largo plazo, pero ¿y ahora qué? Si tu casa se quema se puede abrir un debate sobre cómo cambiar el material del edificio para que las casas no sean inflamables. Es una buena idea. Pero en el momento del fuego lo que debe hacerse es extinguirlo, y también ir pensando en el largo plazo; por eso también viajé tal Japón.
Tienen un 4% de obesidad. ¿Cómo lo hacen?
— No es genética, porque los japoneses que se han trasladado a Estados Unidos engordan tanto como cualquier otro americano; es algo cultural. Cada escuela en Japón tiene un nutricionista y los niños sólo comen comida fresca, y les enseñan cómo alimentarse. Para mí ya es demasiado tarde, pero para nuestros niños debemos pensar un futuro nuevo; podemos seguir el ejemplo de Japón.
Algo muy sorprendente: multan la obesidad.
— Tuvieron un aumento de la obesidad en el 2008 y realizaron cambios legales. Cada año estas empresas pesan a los trabajadores de más de 40 años y, si suben de peso, deben trabajar conjuntamente en un plan. Y si la empresa tiene un sobrepeso generalizado, recibe una multa. Es increíble. Si lo intentas hacer en Estados Unidos o Inglaterra, creo que te quemarían la empresa.
¿Podemos imaginar un mundo sin obesos?
— Siempre ha habido variaciones naturales de formas de cuerpos y esto es algo bueno. Pero fíjate en el tabaco. Mi madre fuma mucho, y tengo una foto de cuando yo era un bebé en el que me está dando el pecho, fumando, y tiene el cenicero apoyado en mi barriga. Cuando descubrí esa foto le enseñé, pensando que se sentiría muy culpable y pediría perdón. Primero me dijo: mira, eras un bebé muy difícil; necesitaba fumar. Pero la realidad es que en ese momento la mitad de la población de Inglaterra fumaba. En el avión, en el autobús, en el médico. Piensa que rápido que ha desaparecido esto. ¿Si me gustaría ver un mundo sin fumadores? Sí, sería más saludable. Y me gustaría también ver un mundo en el que la obesidad vuelva a niveles naturales, no a los niveles grotescos que ha creado nuestro entorno artificial.
¿Cuánto ha adelgazado?
— 12 kilos. Faltan estudios para saber qué ocurre exactamente cuando los dejas, pero parece que son fármacos que funcionan mientras los tomas, por lo que debes tomarlos siempre aceptando los riesgos.