Beatriz Corredor, presidenta de REE, en la reunión del 3 de mayo del comité de análisis sobre el apagón.
16/05/2025
3 min

El apagón del lunes 28 de abril fue un cisne gris. Fue un evento inesperado, que nos hizo conscientes de la enorme dependencia que tenemos de la electricidad, pero que estaba en el radar como posibilidad. El propio operador de la red eléctrica, Red Eléctrica de España (REE), dijo que el apagón era excepcional y totalmente extraordinario, pero en el mes de febrero, en el informe anual de su matriz Redeia a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, ya había advertido a los inversores que la alta penetración de las renovables (en el año 2024) en la red y afectar al suministro eléctrico. Era, según REE, un riesgo probable en el corto y medio plazo que iba a producir una falta de equilibrio entre la generación y la demanda. Además, en 2023, la propia REE y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ya advirtieron de que había riesgo de apagón por sobretensión (con un flujo de energía mayor que el que admite la red de transporte). Además, REE había indicado que no disponía de herramientas suficientes para evitar las tensiones en la red. Bien, descartado el ciberataque, parece que esto es lo que se produjo el 28 de abril poco después de las 12.30 h, a partir de la desconexión de plantas fotovoltaicas que provocaron que la frecuencia bajara por debajo de los 50 Hz y la tensión aumentara y desestabilizara la red. No funcionaron los cortafuegos y Francia se desconectó poco después. El resultado fue que "saltaron los plomos" y de repente se perdieron 15 gigavatios de generación (aproximadamente el 60% de la electricidad que se estaba consumiendo).

La estabilidad de la red eléctrica necesita la inercia rotacional (el impulso físico) de las turbinas tradicionales (hidroeléctricas, nucleares o de gas) para amortiguar las fluctuaciones. Se necesita una masa suficiente de energía síncrona de soporte para hacer frente a una perturbación (que puede venir tanto de una caída del consumo como de la generación, porque el sistema requiere una igualdad instantánea entre oferta y demanda). Tras el incidente, REE, que es el responsable de la gestión y operación de la red de transporte de electricidad y de la continuidad de su suministro, ha puesto más en funcionamiento ciclos combinados de gas, a un mayor coste, y menos renovables, para evitar una repetición del apagón.

La conclusión de la crisis es que debe reforzarse la resiliencia de la red con un equilibrio de fuentes renovables y tradicionales y con posibles mejoras técnicas como la introducción de formas sintéticas de inercia. Esto significa más inversión. Las renovables, además de ser fundamentales para los objetivos medioambientales, nos dan mayor independencia de los productores de energías fósiles (y de los que provienen de países autocráticos o que parecen caminar hacia la autocracia) y generan electricidad a menor coste (en España los precios de la electricidad han estado recientemente por debajo de los europeos). Sin embargo, la integración de las renovables plantea retos importantes, porque requieren grandes inversiones, pero cuando predominan el precio del mercado mayorista puede ser a menudo cero o negativo. La cuestión, entonces, es cómo se financian las inversiones en renovables, y también en las necesarias energías tradicionales de apoyo. Se necesita un buen diseño del mercado para superar ese problema. Por ejemplo, las subastas para suministrar energía verde pueden jugar un papel importante. Una alternativa complementaria es potenciar el almacenamiento de energía mediante baterías, donde todavía faltan avances tecnológicos para que se pueda realizar a escala, y potenciar la hidroeléctrica de bombeo. Ésta última aprovecha los excesos de generación por encima de la demanda para bombear agua montaña arriba como energía potencial para transformarla en energía cinética cuando se necesita.

Otro elemento estabilizador es la integración de los mercados eléctricos europeos. La península Ibérica (Portugal también sufrió el apagón porque estamos en el mercado ibérico) es una isla energética dada la exigua conexión con Francia, que no está interesada en la competencia de la electricidad de España. Durante la crisis exportábamos electricidad a Francia. Esperamos que el apagón espolee la interconexión.

La presidenta de REE (y exministra de Vivienda con el presidente Rodríguez Zapatero) afirmó en el 2021 que no había "ningún riesgo de apagón" porque el sistema eléctrico español era "el mejor del mundo, el más seguro y avanzado". Quizás las personas más prudentes deberían adquirir el kit de supervivencia recomendado por la Comisión Europea.

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