El humor imperdible de La Calòrica en formato televisivo
La compañía de teatro debuta en el 3Cat con una serie antológica que explora los desajustes de la socialización efímera

- Joan Yago e Israel Solà para 3Cat
- En emisión a 3Cat
Quizás no haya ninguna otra compañía de teatro en nuestro país que en los últimos años haya generado tanto culto como La Calórica. Un seguimiento que no se limita a los teatraires más entregados, y que tiene que ver con una concepción comprometida y arriesgada de las artes escénicas que, sin embargo, se sitúa en las antípodas de cualquier aura elitista. Hi ha una vocació popular en les obres de la companyia, en els registres humorístics que treballen (a la platea, de vegades s'hi riu amb una espontaneïtat més pròpia del Paral·lel que del Lliure), en els personatges que hi reivindiquen, i en les temàtiques sempre arrelades a problemes que afecten la gran majoria, des del canvi climàtic a la crisi d'Europa com a projecte polític passant pel furor per l'emprenedoria.
El trasplante al formato televisivo no debía resultarles extraño. De hecho, parte de sus integrantes (el guionista Joan Yago como cocreador, la actriz Esther López como protagonista) son corresponsables de posiblemente la mejor serie en catalán de los últimos años, Nunca nieva en Ciudad. Pero el título que ahora estrenan, Sala polivalente, no se ubica en los códigos de la ficción típica sino que adopta el formato más libre de la antología, que permite experimentar con escenarios y personajes diferentes en los seis episodios situados en un mismo espacio.
La Calórica adapta la escala de sus obras a este formato más reducido en todos los sentidos. En lugar de abordar un gran tema como es habitual en piezas como ¿De qué hablamos mientras no hablamos de toda esta mierda, Fairfly o El congreso no marche no, aquí confrontan los desajustes diversos que generan los contextos efímeros de socialización. Los diferentes actos que tienen lugar en la sala del título se convierten en la excusa para explorar desde el humor la deriva hacia el absurdo del lenguaje políticamente correcto, la incomodidad (el cringe, dirían ahora) de ciertas convenciones de fans o la dimensión oscura de las hipermaternidades. La serie se mantiene fiel a una de las constantes de La Calórica, el gusto de los intérpretes por cambiar de personaje, aquí de forma más categorizada a través de los seis episodios. El núcleo duro de la compañía, Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher, Esther López, Marc Rius y Julia Truyol, guarda espacios de lucimiento para algunas actrices invitadas, como Roser Batalla y Francesca Piñón.
Formatos televisivos
Joan Yago e Israel Solà, directores y guionistas, muestran una conciencia del formato televisivo por lo que cada episodio desprende una personalidad propia a través de la realización. La hora de Puki, por ejemplo, se plantea en parte como un reportaje sobre la marcha en torno a una antigua estrella de la televisión infantil; a Iniciación a la cerámica, un plano secuencia único permite convertir una discusión íntima de pareja en un debate grupal; y en Ludoteca para niños y familias, el plan/contraplano confronta dos formas de entender la crianza antes de desembocar en un monólogo para el espléndido lucimiento de Júlia Truyol.
Quizás porque quieren llegar a un público más allá de los que somos audiencia fiel, La Calórica parece haber renunciado a algunos de los retos más estimulantes de sus obras, como el de dar juego a figuras situadas en el otro polo de su espectro político, mientras que juegan a la conexión más emocional y obvia con algunos protagonistas. Sin embargo, en Sala polivalente debería poder seguir una producción más ambiciosa en todos los sentidos.