Los cálculos de Trump sobre una intervención militar en Irán
En medio del juego de equilibrios y apuestas del presidente está la planta iraní de Fordow


WashingtonLa guerra de nervios de Donald Trump contra Irán se ha convertido en un constante intercambio de amenazas en el que una escalada de tensión mal calculada puede acabar convirtiéndose en una intervención militar real por parte de Estados Unidos. El presidente, que había comenzado su mandato hace cinco meses con la expectativa de devolver la paz a Oriente Próximo y convertir Gaza en un complejo turístico, juega ahora con una región mucho más inflamada y la posibilidad de involucrarse en el conflicto. Tras establecer el marco de máximos con la opción de bombardear Irán, Trump ha dado un paso atrás y ha dejado un margen de tiempo dentro de un período de dos semanas para que los ayatolás sopesen las opciones mientras les back channels diplomáticos también trabajan para reanudar las negociaciones. Sin decirlo explícitamente, el presidente estadounidense ha dejado sobre la mesa su oferta en la República Islámica.
"Ahora mismo [Trump] está imponiendo todas estas exigencias a Irán porque entiende que los iraníes se encuentran en una mala posición en términos estratégicos, y sigo pensando que quiere una negociación sobre el programa nuclear iraní", explica al ARA Ilan Berman, vicepresidente del American americano de American-Foreign. Berman destaca que tanto Washington como Tel Aviv sólo se han pronunciado sobre la cuestión nuclear, sin hacer otra referencia al régimen islamista de los ayatolás. "Por eso pienso que ahora mismo la administración todavía está intentando hacer entender a Irán que puede tener un programa nuclear o conservar su régimen. No puede tener ambas cosas. Y, por tanto, está intentando hacer que tomen la decisión correcta".
El plan de Trump, en apariencia, sería éste: enseñar los dientes para que Irán recapacite y entienda que Estados Unidos no quiere poner en entredicho la supervivencia del régimen per se, sino sólo el plan nuclear. Aunque nunca se puede saber cuál será la reacción de la República Islámica y la desventaja de Teherán es evidente, existen "opciones para mejorar su posición". "Por ejemplo, Irán está situado sobre el estrecho de Ormuz. No cerrarán el estrecho, porque cerrarlo es un acto de guerra, y entonces EEUU bombardeará. Pero podría complicar el comercio y subir el precio del petróleo", expone Berman.
La fina línea entre conflicto y diálogo
En este juego de presiones, Berman cree que la administración debe vigilar de no atravesar la línea que haga que Irán sienta que su régimen está en peligro. "Si el régimen siente que está amenazado, probablemente actuará de forma agresiva", apunta, y ahí podría romperse el frágil hilo que separa la entrada en el conflicto y el regreso a la mesa de diálogo. El riesgo del playbook de Trump es que, si apuestas alto, "tienes que demostrar que vas en serio" si las expectativas que tenías no se cumplen. "Si los iraníes no colaboran, entonces se abre otro escenario, porque él ha comprometido gran parte de su credibilidad política, incluyendo su base electoral, al hacer demandas muy exigentes al régimen iraní. ¿Qué pasa si le dicen que no? ¿Se limitará a echarse atrás y decir «Bueno, supongo que no lo quieren".
Las dos semanas de margen para decidir si interviene y una cierta voluntad de reactivar la vía diplomática permiten a Trump establecer un marco narrativo para poder justificar políticamente un ataque contra Irán, en caso de que ocurra. Las mismas bases MAGA se han sublevado contra la idea de Estados Unidos inmersos en una nueva guerra, especialmente después de que el republicano hiciera campaña en el 2024 con la promesa de sacar al país de los conflictos internacionales bajo el lema America first.
"Creo que el argumento político será que los iraníes no son cooperativos y que, por tanto, hay que mostrarles más fuerza y hacer que vuelvan a la mesa de negociación", expone Berman, y señala que la narrativa será que "si EEUU se implica es para poner fin a la guerra". "Y eso quiere decir que EEUU debería atacar con mucha fuerza contra el programa nuclear, pero debe hacerlo muy rápidamente, como una manera de forzar a los iraníes a volver a la mesa de negociación. Si no, existe el riesgo de una implicación militar prolongada, y de eso el país no tiene nada de ganas. Y será muy difícil para la administración mantener el apoyo si ' Medio".
La joya del programa nuclear iraní
En ese ataque "rápido" para forzar a Teherán a negociar habría la planta de enriquecimiento de uranio de Fordow. Los servicios de inteligencia israelíes y estadounidenses consideran que se trata de una de las grandes infraestructuras del programa nuclear iraní, donde se ha enriquecido hasta el 60% de uranio, muy por encima de lo necesario para fines civiles, pese a que las autoridades lo niegan. Situada a más de treinta metros bajo tierra, Israel no tiene capacidad para destruirla: necesita a los bombarderos estadounidenses B-2, que son los únicos que pueden transportar los proyectiles "antibúnkeres". "La clave de todo esto parece ser la instalación de Fordow, porque está fortificada; es un reto significativo para Israel (porque sólo no pueden destruirla) y un elemento simbólico del programa nuclear", apunta el analista.
La cuestión es cuál sería la reacción de Irán si Trump bombardea a Fordow. "Los escenarios son múltiples y posibles. Por un lado, existe la posibilidad de que entremos en guerra. La otra opción, y creo que es la línea de la administración Trump, es mostrar que la escalada de tensiones con EEUU por el programa nuclear puede ser un elemento desestabilizador para el régimen. El objetivo es conseguir que los iraníes, voluntariamente, digan: «D nuclear»". Pero, como en toda partida, nadie aparte del régimen de los ayatolás puede saber cuáles son las cartas que están dispuestos a jugar y cómo responderán una vez que se llegue a este escenario.
La llegada a este punto casi de no retorno por parte de EEUU también ha sido empujada por las presiones de Israel y sus acciones unilaterales. "No sé si Israel quiere necesariamente que Estados Unidos se implique. Israel quiere conseguir desmantelar significativamente el programa nuclear iraní y sus capacidades balísticas. Para llegar, obviamente, es más rápido si puede utilizar la munición que proporciona Estados Unidos o si EEUU lo hace directamente. Pero, en cuanto al objetivo final, creo que Washington y Jerusalem."
La intervención militar de EEUU en Irán no sólo desestabilizaría aún más a la región sino que amenaza con poner en marcha un efecto dominó a escala internacional. Rusia y China se han mostrado como los principales apoyos del régimen de los ayatolás, especialmente el gobierno de Vladimir Putin. La entrada en acción de Washington podría hacer que Moscú y Pekín sintieran la necesidad de responder, aunque Berman no lo ve así. "De momento, rusos y chinos están dejando muy claro que hay límites en su asociación con Irán. No quieren implicarse. Esto podría cambiar si el régimen iraní estuviera realmente en peligro de caer. Pero ahora mismo no creo que ni Pekín ni Moscú tengan interés en implicarse".