Modamoda

Envenenamientos, alucinaciones, enfermedades y muertes: las 'fashion victims' reales

Verde de París es el nombre popular que se dio al compuesto químico descubierto en 1808
17/06/2025
3 min

Las llamadas fashion victims son personas que viven la moda de forma excesiva y acrítica, supeditando su criterio a los dictámenes de las tendencias. Pero una expresión que frivoliza el hecho de que la moda tiene unas víctimas mucho más reales. Hasta el siglo XIX, el lujo, de factura artesanal, estaba restringido a la aristocracia, pero la maduración del capitalismo, el ascenso de la burguesía y la industrialización abrieron el consumo a un público más amplio, lo que requirió nuevas técnicas, procesos y materiales que aumentaran su producción a menor coste.

Un ejemplo fue el carroting, una técnica de sombrerería para tratar el pelo de animal con mercurio, que entrelazaba mejor las fibras y hacía el fieltro más resistente y asequible. Se cree que el descubrimiento de esta técnica radica en que, anteriormente, se usaba orina para elaborar los sombreros y fue cuando un sombrerero, que era tratado con mercurio para una sífilis, se dio cuenta de que su orina ofrecía unas ventajas superiores. El problema era que las largas exposiciones en el mercurio en talleres sin ventilación provocaban eretismo mercurial ("la enfermedad del sombrerero loco"), que consistía en temblor en las extremidades, ansiedad y cambios de humor, pérdida de memoria, alucinaciones o problemas de coordinación y habla. Una sintomatología que fue el punto de partida del Barreter Loco deAlicia en el país de las maravillas (1865) de Lewis Carroll, con un comportamiento muy similar a los enfermos de eretismo mercurial. El uso del mercurio en el campo de la sombrerería se prolongó hasta mediados del siglo XX, cuando la Segunda Guerra Mundial lo reclamó para la producción de armamento.

El mercurio no fue la única fuente de envenenamiento durante el siglo XIX, ya que un nuevo tinte químico de color verde esmeralda, muy apreciado en la época por su saturación, brillo luminoso y precio asequible, causó graves afecciones e incluso la muerte. La moda de este verde se debió al gran valor que tenía en el momento la naturaleza, como refugio estético, identitario y emocional sobre el impacto de la industrialización. En consecuencia, habrá una tendencia creciente a asociar a las mujeres con la naturaleza y vestirlas de color verde, con estampados vegetales y adornos florales y foliáceos artificiales en la cabeza, que recreaban el efecto de estar brotando del cabello. El problema de este tinte era que contenía arsénico y, como podía encontrarse en vestidos, guantes, zapatos u ornamentaciones, muchas mujeres sufrían envenenamiento sistémico, ya que un solo tocado floral contenía suficiente arsénico para envenenar a 100 personas, fiel al título del poemario de Charles Baudel Las flores del mal (1857).

Una lata de Vert de París, donde indica que se trata de una sustancia venenosa

Pero si las burguesas que le vestían podían sufrir irritaciones cutáneas, el precio más alto lo pagaban quienes lo trabajaban. Teñir las telas comportaba que el arsénico entrase en la corriente sanguínea y, además de lesionar la zona genital, podía derivar en cáncer de vejiga. Las mujeres que elaboraban las flores artificiales acababan con las manos verdes, llagadas, con uñas amarillas y lesiones cancerígenas, además de diarreas, dolores de cabeza o anemia. Estos talleres eran de los pocos que no tenían gatos que atraparan a las ratas, ya que allí no sobrevivían ni unos ni otras.

Cuando en los institutos se explica la Primera y Segunda Revoluciones Industriales, se suele hablar en pasado de las condiciones inhumanas de los obreros y se obvia el enlace con la actualidad, cuando, lejos de haber terminado, simplemente se han desplazado a países emergentes con un bajo coste laboral. Si en el siglo XIX la vida de los obreros se sacrificó por el lujo burgués, ahora los más desfavorecidos siguen siendo víctimas del consumo bulímico de Occidente bajo un capitalismo esclavista. El arsénico y el mercurio de antaño son los químicos, las tinturas y las partículas inhalables irritantes y cancerígenas, sin contar las condiciones físicas extremas que sufren los actuales trabajadores en la industria de la moda; sin duda, los verdaderos fashion victims.

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