Así dribla a Limak los sobrecostes que amenazan las obras del Camp Nou
La empujada turca negocia con las empresas subcontratadas por no pasarse del presupuesto máximo garantizado de 990 millones


BarcelonaLa elección de Limak para la remodelación del Camp Nou generó asombro en el sector de la construcción. La empresa turca se diferenció de las demás que optaban a la puja porque prometía acortar plazos y ejecutar la obra a un precio muy asequible. Mientras las constructoras españolas pedían 1.300 millones de euros, Limak se comprometía por escrito a por menos de 1.000. Un caramelo muy goloso que el presidente Joan Laporta aceptó con agrado, y que, para Limak, suponía su puerta de entrada a la Europa occidental.
El Barça hizo lo que, en el mundo de la construcción, se conoce como un llaves en mano. Partiendo de una idea básica, de una maqueta, se pasaba el anteproyecto en Limak para que la empresa se encargara de desarrollarlo y construirlo. Es una fórmula que se utiliza a menudo en construcciones de estas dimensiones, ya que permite ganar tiempo: sólo tiene que hacerse un concurso y, así, una misma constructora se encarga de todo. Además, se evita que pueda culpar a ninguna otra empresa por los imprevistos o sobrecostes. Como tú has realizado el proyecto, si hay errores, es cosa tuya.
El sistema llaves en mano funciona muy bien en las obras de nueva construcción, pero tiene riesgos en las rehabilitaciones por los posibles imprevistos que puedan surgir. Es justo lo que ha pasado en la primera fase de renovación del Camp Nou. Aparte de los problemas con la mano de obra o las limitaciones horarias impuestas por el Ayuntamiento, los arquitectos han detectado deficiencias graves en la estructura de la segunda gradería que se han tenido que reparar. También las diez primeras filas de la primera gradería, que se habían montado con piezas prefabricadas en el verano de 1994 pero que se habían estropeado por la humedad.
Esto, sin embargo, no ha alterado el coste de la obra, según las fuentes oficiales del Barça y de Limak. La explicación es que van pactar un precio máximo garantizado de 990 millones de euros, que incluía 903 millones directos para la remodelación y 87 por contingencias o imprevistos. De estos últimos, 52 eran para contingencias directas y 35 para posibles sobrecostes en la compra de material o mano de obra a causa del incremento del IPC. Ni el club ni la empresa han querido detallar cuánto dinero se ha gastado con estas reparaciones no previstas, pero aseguran que se está "cumpliendo el presupuesto". Una circunstancia de la que Goldman Sachs, la financiera que ha dejado el dinero, está también muy pendiente, así como de las modificaciones a posteriori. Por ejemplo, se ha mejorado la zona de hospitality respecto a la proyección inicial, para la que se han contratado a dos equipos de interioristas con el objetivo de conseguir un rendimiento económico superior con los paquetes vip. Ni el club ni la empresa han detallado si ese dinero entra en el presupuesto pactado o si se tiene que pagar aparte. Lo que seguro que no entra es elskywalk, el gran atractivo turístico que montará en la cubierta una vez terminadas las obras de remodelación.
Casi todos los trabajadores del Camp Nou son subcontratados por Limak
De los 3.000 operarios que hay trabajando en el Camp Nou sólo una mínima parte son contratados directamente por Limak. Son los más calificados, como ingenieros o arquitectos. El gran grosor son empleados subcontratados. La labor de la constructora turca es la de dirigir la orquesta, comprar los materiales y buscar trabajadores para que los instalen. De la buena organización dependen los eventuales retrasos, mientras que de la compra dependen los posibles sobrecostes; dos puntos calientes que han provocado momentos de rozamiento entre las partes implicadas.
Los plazos no se han podido cumplir y eso podría acarrear penalizaciones millonarias para Limak –Laporta dijo que podían ser de un millón por día de retraso–. Pero, como admite el Barça, la mayoría de retrasos no son imputables a la constructora. Así que, de momento, ni se ha reclamado ese dinero ni está previsto que se reclamen. "Hacerlo ahora sería imprudente porque sólo haría que generar desconfianza y empezar una batalla legal que lo retrasaría todo aún más –dicen desde los despachos nobles–. Además, Limak era la primera interesada en recortar plazos, porque suponía pagar menos horas al personal".
Descartada la mano de obra, el gran caballo de batalla para cuadrar los números eran los materiales. Haldun Firat Köktürk, director general de Limak, aclaró al inicio de la construcción que había acordado un precio con los suministradores para evitar desvíos a medio plazo. Pero esto no ha sido exactamente así, ya que se están renegociando los precios a la baja.
Estas empresas podrían plantarse, pero se mantienen en el proyecto y aceptan sentarse en la mesa a pesar de que su margen de beneficio se haya visto reducido. "El Camp Nou es un proyecto lo suficientemente grande para que salga a cuenta participar. Además, decir «yo estuve» siempre puede utilizarse como reclamo publicitario", dice una de las empresas consultadas, que evita dar detalles más explícitos de la negociación alegando cláusulas de confidencialidad.
También existía la tentación de inclinarse por productos más asequibles. Una opción que ha quedado descartada porque una obra como el Camp Nou está supeditada a unos estándares de máxima exigencia, sobre todo en lo que se refiere a la estructura. Un escalón por debajo están los diferentes acabados, como pavimentos, alicatados o pinturas. Aquí había un cierto margen para echar a la baja. Pero teniendo en cuenta que el estadio tendrá actividad todos los días y reunirá a 100.000 espectadores por partido, la constructora turca tenía un dilema sobre la mesa. "Negociar con Limak es una pesadilla. Nos aprieta mucho y estamos todo el día hablando de precios. Pero se nota que para ellos es un examen. Es el primer estadio de fútbol que construyen y no quieren que sea el único. Su prestigio está en juego", aseguran las empresas que trabajan sobre el terreno.