20/06/2025
3 min

En mis charlas a las familias me gusta proponer un sencillo test de calidad familiar. Es individual y privado. Nadie conocerá los resultados de los demás y, entonces, no habrá motivos para juzgar a nadie. Tampoco aprovecharemos el test para realizar dinámicas cursis de grupo. El test tiene una sola pregunta y, eso sí, es necesario responderla con total sinceridad. Es la siguiente: "¿Se consideran ustedes mejores o peores padres que los Simpson?"

Padres y madres recogen la pregunta con risas, porque ¿quién no considera, con toda obviedad, que su familia es muy superior a la de los Simpson?

Ahora bien, el test es en realidad una trampa. Si nos comparamos, debemos aceptar que los Simpson cenan cada noche en familia y sin pantallas, aunque Homer es un ferviente devoto de la tele. Yo no sé por qué Marge está enamorada del Homer (aunque no le faltan pretendientes que la festejan), pero lo cierto es que lo está, lo que nos sugiere que a la familia es mucho más importante quererse que entenderse. Si hay alguien en el mundo que, conociendo a todos y cada uno de nuestros incomprensibles defectos, nos sigue amando, ya nos ha tocado el premio gordo de la vida. Homer, que es muy consciente de ello, puede hacer un montón de barrabasadas, pero hay una línea roja que nunca traspasará: la que ponga en riesgo el amor de Marge (o de Lisa).

Los Simpson son capaces de empezar cada capítulo desde cero, sin arrastrar permanentemente los reproches y agravios de los capítulos anteriores. Son los mayores virtuosos en el difícil arte de recomenzar.

Con todos sus evidentes defectos, los Simpson no practican el grave vicio de la sobreprotección de sus hijos. Es una forma de maltrato que les resulta muy ajena. Bart tiene la inmensa fortuna de poder jugar juegos libres y arriesgados, sin sentir permanentemente la sombra de un adulto supervisando lo que hace o deja de hacer. Bart tiene la señal característica de una infancia sana: las rodillas marcadas por la historia de sus aventuras.

En conclusión: si nos consideramos mejores padres que los Simpson, estamos de enhorabuena y en camino de convertirse en una familia sensadamente imperfecta. O sea, un lujo. Los miembros de la familia Simpson no siempre se caracterizan por la ejemplaridad de sus conductas, pero podemos apostar que, pase lo que pase, se mantendrán unidos.

Lisa a veces se siente invisible y poco valorada por sus padres. Le ocurre lo que a la mayoría de nosotros, pobres héroes triviales, cuando sentimos que no somos queridos como nos gustaría. Hay momentos en los que todo parece hundirse. Pensamos en el estrés causado por el coste de la cirugía de triple bypass del Homer o en el colapso de Marge cuando encuentra agotado su depósito de cordura. Pero, de una u otra manera, todo acaba recomponiéndose.

Si la irreverencia del Bart nos asusta es porque nos muestra de forma descarnada que ser un niño es tener mucha más energía que sentido común para gestionarla. Pero a pesar de su volcánica espontaneidad, adora a sus padres e incluso les acompaña a la iglesia.

En 1990 la primera dama de Estados Unidos, Barbara Bush, se atrevió a decir en una entrevista en la revista People que los Simpson eran lo más estúpido que había visto en su vida. Ante este atropello, Marge, dignísima, salió en defensa de los suyos con esta carta:

"Querida primera dama:

Leí su crítica a mi familia, que me ha producido un gran dolor. El cielo sabe que estamos lejos de ser perfectos y, la verdad sea dicha, quizás nos encontramos un poco por debajo de la norma; pero como dice el doctor Seuss, "una persona es una persona".

Intento enseñar a mis hijos, Bart, Lisa e incluso la pequeña Maggie, a conceder a todo el mundo el beneficio de la duda ya no hablar mal de nadie, aunque sea rico. Es difícil que me hagan caso si incluso la primera dama nos considera no sólo estúpidos, sino lo más estúpido que ha visto en su vida. Señora, si fuéramos lo más estúpido que jamás ha visto, Washington sería bastante diferente de lo que me enseñan en el grupo de actualidad de la iglesia.

Tenemos un gran reto en común. Cada una vive su vida al servicio de un hombre excepcional.

Con gran respeto, Marge Simpson"

No descarto que haya alguien que considere que mi reivindicación de los Simpson es una frivolidad. Si es así, comparto mi frivolidad con la de Thomas Pynchon, quien ha tenido un par de apariciones en la serie. Al leer el guión de una de estas apariciones, descubrió que su personaje hablaba mal del Homer, así que le corrigió y le devolvió a los guionistas con esta nota: "Sorry, guys".

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