"Guimerà era homosexual, no sé por qué todavía nos cuesta tanto admitir"
Jordi Prat i Coll estrena en el Teatre Nacional la desconocida 'La araña', una obra sobre la presión social por tener hijos


Barcelona"Àngel Guimerà era homosexual. No sé por qué nos cuesta todavía hoy día tanto admitirlo públicamente", afirma el dramaturgo Jordi Prat i Coll. Este hecho marca su obra y la escritura de La araña, dice, un texto en el que "por primera y única vez habla de forma radical del tema de la no descendencia, de la infertilidad". y la presión social de la paternidad.
Prat i Coll ha reescrito y dirige a la Sala Gran del Teatro Nacional, del 30 de enero al 9 de marzo, "una versión actualizadísima de una obra prácticamente desconocida de Guimerà, que es una manera de convertir a nuestros clásicos en clásicos universales del siglo XXI", defiende Carme Portaceli, directora del Teatro Nacional. La araña saldrá de gira por quince plazas de Catalunya y Palma, aunque cae de la lista la Comunidad Valenciana: "Ya no vamos. Evidentemente, tenemos la puerta abierta para ellos; ellos para nosotros no", lamenta la directora valenciana.
"He hecho y no he hecho La araña", reconoce Prat i Coll, que sitúa el original en la época posterior del Guimerà-mite, "una vez lo ha petado con Mar y cielo, Tierra Baja, María Rosa o La hija del mar". Y justifica: "En 1908 me quedaba demasiado lejos, y yo no hago teatro de anticuario. Tengo la sensación de que esta obra no he ido a buscarla, sino que ha venido ella a mí, porque pasa en una tienda y yo soy hijo de tenderos. Las concomitancias con mis padres, nacidos en los años cuarenta, hijos de la posguerra, eran tan bestias, que le he ubicado en 1968 y en Girona", avisa. Incluso la escenografía reproduce la tienda donde vivió hasta la adolescencia y ha puesto a los protagonistas los nombres de sus padres, Rosa y Miquel, que también sufrieron la angustia de la no descendencia durante años.
Nostalgia musical (y gerundense)
Tras los actores que hacen de sus padres, Albert Ausellé y Mima Riera, hay una decena de intérpretes más como Paula Malia, Jordi Rico, Meritxell Yanes, Berta Giraut y Ferran Soler, que representa al dramaturgo de joven. Todo el equipo ha conocido los Prat y Coll reales y su historia, han aprendido a hablar gerundense y han descubierto qué es "media libra de jamón", detalla Malia. La obra inevitablemente desprende cierta nostalgia, cuando suena El general Bum-Bum, Ay, madre, vaya a misa, Las niñas guapas por la mañana y... Raphael. "Es un ejercicio de honestidad muy heavy, lo que hace Jordi, poniendo el corazón sobre el escenario", dice Mima Riera. Para el director, es el cierre de un círculo.
Las vivencias personales del dramaturgo se infiltran en la trama, pero la época también acaba condicionando el argumento, incluso cambiando el final. La transposición temporal le ha permitido dejar el costumbrismo de Guimerà y oler el de los años finales de la dictadura, que fueron de apertura "pero no para todas las capas sociales, aún impregnadas de las normas del catolicismo". "Me ha servido para ser localista y universal de un tiempo, de un país, donde había rendijas de libertad en el marco de una dictadura que ya duraba demasiado, donde había algunos que ya vivían bien bajo un régimen fascista, donde había una modernor de la gauche divine que el resto ni rascaban más allá de la prensa y la televisión", explica el autor.
La infertilidad es troncal en el espectáculo y es lo que genera una obsesión en este caso en el hombre, que cae en la tela de araña que han tejido los demás personajes. "No se puede entender La araña sin Otelo: Iago poniendo veneno al oído de alguien para que sienta los celos", dice el autor. Para Prat y Coll es vital entender que, como ocurre con autores como Federico García Lorca o Tennessee Williams, "Guimerà escribe desde la homosexualidad no expresada públicamente, algo que tiene más importancia que lo que dicen sus biógrafos, que es un par por su tierra", debido a que nació en Santa Cruz de Tenerife y sus padres no se casaron hasta llegar a Catalunya.
Si algo se mantiene constante en el original y la versión es el talante de los catalanes que viven detrás de un mostrador y creen que "podrán vivir una vida mejor trabajando", recuerda el autor. Pablo Ley que invita a escuchar las palabras y el virtuosismo de Àngel Guimerà.