Literatura

Amaranta Sbardella: "El libro de bolsillo nació en Barcelona gracias a un editor italiano"

Traductora y escritora

Amaranta Sbarella, escritora y traductora, durante una reciente visita a Barcelona
03/06/2025
4 min

BarcelonaAdemás de haber traducido Mercè Rodoreda, Eva Baltasar y Joan Sales al italiano, de contar incansablemente la historia y la cultura catalanas desde la universidad y de haber participado en numerosos actos de promoción y difusión de nuestros clásicos contemporáneos –como ha ocurrido recientemente con Montserrat Roig–, Amaranta Sbardella (Roma, 1984) ha encontrado tiempo para indagar en Barcelona desde dos perspectivas: primero lo hizo con los relatos de Barcelona desnuda (Comanegra, 2019; traducción de Marina Laboreo Roig) y ahora con el ensayo Solare, notturna y sonora, traducido al catalán por Xavier Valls Guinovart. El libro inaugura la colección Barcelona Literaria del Ayuntamiento de Barcelona, ​​comisariada por Joan Ferrarons Llagostera, y explora los vínculos entre la cultura italiana y la capital catalana a través de la literatura, las artes escénicas, el cine y el sector editorial.

¿Es verdad que su relación con la cultura catalana empezó por azar?

— Sí. Fue mientras preparaba la tesis doctoral desde la Universidad de Siena. Tenía la ambición de aproximarme a la reescritura del mito de Ariadna en toda la literatura universal, y fue en cuanto acabé localizando, en el sótano de la biblioteca de la facultad, un ejemplar deAriadna en el laberinto grotesco de Salvador Espriu.

¿Recuerda qué edición era?

— Tenía las cubiertas amarillas y la letra de dentro muy apretada...

Debía ser la de las Mejores Obras de la Literatura Universal. Veo que esta colección ha sido la puerta de entrada a muchos lectores catalanes durante generaciones, atravesando las fronteras.

— No sabía nada del autor ni del catalán, en esos momentos. De hecho, en la carrera me había especializado en ruso, francés y español, y para la tesis viajé bastante a San Petersburgo, París... y Barcelona fue durante una estancia en la Universidad Autónoma que estudié el catalán por mi cuenta. de las pioneras en ocuparse, y me ayudó mucho también Gabriella Gavagnin [profesora de filología catalana en la Universidad de Barcelona].

Su traducción de Espriu se publicó en el 2013. Aún no había cumplido 30 años.

— Cuando me propusieron el encargo fui hasta la tumba de Espriu para preguntarle si podía traducirlo. Y me pareció que a través de un viento me daba permiso. Sotto la attonita freddezza di questi occhi [Passigli Editori] acabó siendo una antología con algunos de los mejores cuentos del autor.

¿Italia estaba empezando a redescubrir la literatura catalana?

— No hacía mucho que habían empezado a reactivarse las traducciones de obras de Rodoreda. En 2008, la editorial La Nuova Frontiera había publicado la traducción de La plaza del Diamante de Giuseppe Tavani [1924-2019], y poco después las deLa calle de las Camelias [2009] y Jardín junto al mar [2010].Después de unos años en los que el ritmo de publicaciones había bajado, se entraba en una nueva ola de traducciones que ha sido posible gracias a una combinación de tres factores: está el papel de los traductores, el trabajo de las agencias literarias e instituciones como el Ramon Llull, que además de hablar de los autores catalanes en las obras que se refiere a las traducciones literarias del catalán al italiano está por llegar.

En el ensayo Solare, notturna y sonora explica que uno de los primeros embajadores literarios del catalán en Italia fue Pier Paolo Pasolini.

— En 1946, Pasolini pidió a Carles Cardó [1884-1958] que preparara la antología Fiore di poeti catalani, donde incluyó a autores como Verdaguer, Maragall y Carner. En la década de los 50, Eugenio Montale llegaba a Barcelona como corresponsal del Corriere della Sera y dedicó algunos artículos a explicar que la poesía catalana no era una pobre cenicienta de la literatura, como ocurría en Italia. Estuvo en Montserrat, en el Set Portes, en la sección románica del Museo de Arte Moderno y en la Casa Milà, que describía como "un hervidero, templo y fortaleza". Acabó traduciendo a Maragall al italiano. Decía que el catalán suena como una piña seca en el fuego.

Su libro es un recorrido ameno, lleno de revelaciones, sobre las relaciones entre la cultura catalana y la italiana.

— Sigo los vínculos a partir de la Exposición Universal de 1888. Los primeros italianos que llegaron aquí fueron empresarios, que fundaron hoteles, bares, cafés... y también abrieron fábricas de vermut como Martini & Rossi y Cinzano & Co.

Enseguida se instaló también un editor.

— Emanuele Maucci llegó en 1892 a Barcelona y fundó allí la editorial que lleva su apellido.

Lo define como "el capo de los libros, el césar de las tiradas".

— Salió adelante una editorial que llegó a ser de las más grandes del mundo. Se dio cuenta enseguida de que no podía apostar sólo por la alta literatura y que debía vender los libros a precios asequibles. El libro de bolsillo nació en Barcelona gracias a un editor italiano. Maucci fue también el primer especialista en marketing editorial: apostó por promocionar mediante carteles en color en las librerías, gacetillas en las revistas y una red de críticos fieles. También tuvo la modernidad de no pagar demasiado a los traductores.

Puestas todas juntas, los datos que explica en Solare, notturna y sonora nos hacen dar cuenta de que los vínculos entre ambas culturas son constantes e importantes.

— Hay muchos novelistas que retratan a la ciudad de Barcelona en momentos históricos diversos: Massimo Bontempelli, Italo Calvino, Germano Lombardi, Pier Vittorio Tondelli... Hay poetas como Marinetti que cuando visitan Barcelona son escarnecidos. Hay cineastas como Michelangelo Antonioni que ruedan películas como El reportero [1975], con Jack Nicholson. O actores como Totò: aunque apenas salía de Nápoles, hizo una excepción filmando Totò de Arabia en los estudios Esplugues City.

Vemos una foto en la que aparece Luigi Pirandello junto a Josep Maria de Sagarra y el empresario Josep Canals.

— Pirandello llegó a Cataluña gracias a Josep Pla, que después de pasar una temporada larga en Italia recomendó este autor a Josep Maria de Sagarra. En 1923 se pudo ver en el Teatro Romea la primera representación deEl sombrero de cascabeles, de Pirandello, traducida por Sagarra.

Un siglo después usted hace el camino inverso: ha traducido al italiano autores contemporáneos como Eva Baltasar, Pol Guasch e Irene Solà, y también clásicos como La muerte y la primavera, de Mercè Rodoreda, y Incerta gloria, de Joan Sales.

— Nos encontramos en un momento muy dulce, pero queda mucho trabajo por hacer. A través de la gira promocional de la traducción deEl tiempo de las cerezas, de Montserrat Roig, he constatado que los italianos cada vez saben más de la literatura catalana. Las presentaciones se llenan. Un último detalle curioso: desde hace poco he empezado a recibir mensajes de booktubers italianos que después de haber leído a Irene Solà y Pol Guasch me dicen que quieren aprender el catalán.

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