¿A los hombres no les interesan las nuevas masculinidades?

Harry Styles, icono de la nueva masculinidad
15/05/2025
3 min

BarcelonaEl otro día una amiga me contaba que había ido a la presentación de un ensayo sobre nuevas masculinidades y que, a pesar de que lo que se decía era interesante y sensato, a pesar de que el libro parecía un buen libro, a pesar de que todo era entretenido, a pesar de la inteligencia manifiesta del autor, en un cierto momento tuvo una repentina e irreducta sensación de absurdo. ¿Por qué? Pues porque se dio cuenta de que, como siempre, la inmensa mayoría de las personas presentes eran mujeres, lo que es triste y ridículo; al fin y al cabo, el tema de las nuevas masculinidades a las mujeres nos afecta de rebote (si bien, no lo niego, nos afecta mucho, o incluso demasiado), pero en quien más repercute es en los hombres. ¿No deberían ser ellos quienes se interesaran por ello? ¿Por qué estamos nosotras, una vez más, aguantando sus rollos?

Disculpad que me ponga binaria, pero imaginemos un libro que trata sobre la menopausia. Podemos llegar a entender que en general a los hombres les interesará poco, aunque también a ellos les afectará hasta cierto punto si tienen pareja o amigas o madres. ¿Os parecería normal que la gran mayoría de los lectores de un libro sobre la menopausia fueran hombres? ¿Os imagináis la presentación llena de público masculino? Pues diría que esto es justo lo que ocurre con el tema de las nuevas masculinidades. Es agotador. Y la cosa no acaba ahí.

Hace poco he leído con enorme interés el libro Hembras, de Lucy Cooke. La zoóloga británica expone, por medio de numerosísimos casos concretos y cifras en mano, que la historia evolutiva y biológica que nos han contado está llena de sesgos y omisiones en relación a las hembras animales y, por extensión, humanas. La parte dedicada a rebatir el influyente y falso gradiente de Bateman es estremecedoramente reveladora. Este libro, a diferencia del posible libro sobre la menopausia, sí debería ser de interés de todos: al fin y al cabo, a nadie debería gustarle vivir engañado. Sin embargo, sé que serán sobre todo las mujeres quienes lo lean. A los hombres no les interesa: ¿Hembras?, no va con ellos. Nosotras hemos tenido que tragarnos sus teorías defectuosas y tergiversadoras durante siglos, pero ahora no están dispuestos a escuchar las versiones alternativas. ¿Acaso a las mujeres nos interesan las cosas de todos, y a los hombres, las cosas de los hombres, siempre que no vengan a tocarles la moral o a cuestionarlos?

Esto no es exclusivo de este libro. Basta con echar un vistazo a las librerías para imaginar (deplorar) que todos los libros sobre las mujeres olvidadas de la historia (de la filosofía, de la ciencia, del arte, de la literatura, etc.) o sobre sexualidad femenina tendrán principalmente un público femenino. El tema de los libros sobre sexualidad es especialmente sangriento teniendo en cuenta que, según las estadísticas, alrededor de un 30% o más de las mujeres siguen sin tener orgasmos en las relaciones sexuales. Si la cosa fuera al revés, tendríamos un problema nacional. ¿Por qué los hombres no corren a las librerías para leer sobre lo que no les han contado?

Sea como sea, y volviendo al principio, tenemos el tema de las nuevas masculinidades sobre la mesa, y sobre las mesas de novedades de las librerías. Y como no puedo evitar que me interese, he leído, por ejemplo, Teoria del joc, de Arià Paco, del que se dice que es un libro sobre las nuevas masculinidades pero que a mí me ha parecido un libro sobre las masculinidades en transición o, incluso, sobre la fallida de las nuevas masculinidades. He leído también L'home de la casa, de Enric Pardo, y en él he encontrado una crónica íntima y conmovedora sobre la construcción de la masculinidad (poniendo aquí las palabras íntimo, conmovedor y masculinidad, ¿estaré disuadiendo a los lectores masculinos de acercarse a él?). He leído Hombres fatales, de Elisenda Julibert, y me ha gustado cómo da la vuelta a la lectura de las mujeres fatales para apuntar al corazón del acomplejamiento masculino. He leído El placer borrado, de Catherine Malabou, y he descubierto la historia del clítoris, el gran desconocido. He leído sobre los abusos escalofriantes de Neige Sinno en Triste tigre. Y quizás me diréis: ¿y qué caray tienen que ver las mujeres fatales y los clítoris y los abusos con las nuevas masculinidades? Pues mucho, diría: porque algo que creo que tendrá que caracterizar a los hombres nuevos es un interés genuino (es decir, no estratégico, ni tampoco abstracto, teórico, instrumental) por la mujer: por su cuerpo, por su placer, por sus experiencias, por sus emociones. Mientras esto no sea así, ya podemos esperar sentadas: llegará antes un tren de Cercanías que las nuevas masculinidades.

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