Familia

"Mi madre perdió una limpia por la que se desvivía”: la difícil separación de las familias enlazadas

Cuando una familia reconstituida se separa, no sólo se deshace a la pareja: también se pierden vínculos afectivos profundos con criaturas no biológicas

Las familias enlazadas están formadas por una pareja en la que uno o ambos miembros aportan hijos de relaciones anteriores y pueden tenerlos en común.
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"He llorado más por Laia que por mi matrimonio", explica Neus Velasco sobre la ruptura de su relación y su familia enlazada. medio, cinco años más tarde, tuvieron una hija en común: Arlet, la hermana afín de Laia. La relación duró nueve años, los más importantes en la vida de un niño. "Cuando la relación se rompió fue muy bestia y no sólo para mí. de una familia enlazada no sólo se pone fin a la relación de pareja, sino también a los vínculos afectivos construidos con los niños y, a menudo, con otros miembros cercanos, víctimas colaterales de este cambio familiar. tuviera la intención de romper nada, pero el contacto con las niñas me resultaba inasumible emocionalmente.

Neus es la madre afín de Laia y la madre biológica de Arlet y de Nora.

Familias afines y rol parental

En muchos casos, los padres o madres afines se convierten en figuras muy importantes para los niños, y pueden llegar a tener un papel más presente y activo que el de un progenitor biológico si se han construido a través de la convivencia, el cuidado cotidiano y el día a día. "Cuando hablamos de familia enlazada, quiere decir que ha habido convivencia, que no es sólo la pareja de la madre o del padre, sino que se han conocido y esa persona ha ejercido funciones parentales, educativas y de cariño", explica la psicóloga Meritxell Pacheco, directora asistencial del Instituto de Psicología y Desarrollo. "Los vínculos que se generan son de parentesco de afinidad, no son biológicos pero se desarrollan vínculos y se desempeñan roles de padre y madre", detalla Berta, co-coordinadora de laAsociación de Atención a la Diversidad Familiar (AADF). Las familias enlazadas, también conocidas como reconstituidas, son múltiples y diversas. Están formadas por una pareja en la que uno o ambos miembros aporta hijos e hijas de relaciones anteriores y que, además, pueden tener descendencia en común. "No se construyen desde el vínculo biológico, sino desde la parentalidad social. En este sentido, los padres y madres afines tienen una función afectiva y nutritiva equivalente a la de un progenitor biológico", añade Pacheco, también profesora de psicología de la Universidad Ramón Llull (URL-Blanquerna).

Estas funciones se traducen en tareas tan cotidianas como llevar a los niños al médico, ayudarles con los deberes o quedarse con ellos cuando están enfermos. A través de ese día a día, y durante años, se construye el vínculo afectivo. "Cuando estábamos juntos yo era mamá y él era papá, yo trabajaba menos horas, adapté mis horarios", explica Neus. "Había noches sin dormir, estaba en los grupos de WhatsApp de la escuela… hacía el rol de madre, con todo lo que implica", añade.

"Cuando una familia enlazada se rompe, se vive un duelo profundo. Si esa persona se ha convertido en una figura de apego —de apoyo y confianza para ese niño o niña—, la rotura puede ser tan o más dolorosa que la de un progenitor biológico. Es un duelo para toda la familia, y todos tendrán que afrontarla", explica. Según la experiencia de Berta en la Asociación, estas parejas ponen mucha ilusión para que la relación funcione, y cuando se rompe, se vive como algo que ha salido mal, a veces, y se vive peor que la primera vez. "Se han puesto las expectativas muy altas, y el golpe es muy duro. Además, generalmente hay una falta de conciencia, de pensar que va a ser mucho más difícil, que todo el mundo lleva mochilas muy grandes, que muchas veces nos enlazamos sin haber hecho el luto de la relación anterior o que nuestras criaturas todavía están asumiendo que sus padres no están juntos", apunta. En algunos casos, el enamoramiento y las dificultades del contexto económico, pisos de alquiler y compra poco asequibles, sumado al gasto de pasar por un divorcio hacen que muchas familias enlazadas empiecen a convivir de forma rápida. "Normalmente el tema económico dinamita los ritmos, lo ideal sería que se respetaran los tiempos de cada uno, pero es que hay muy pocas familias que puedan hacerlo y cuando la pareja está muy enamorada le parece que todo va a salir bien", comenta Berta.

Derecho, luto y falta de reconocimiento legal

Según la Asociación de Familias Varias, las tasas de divorcio son más altas en estas familias enlazadas que en primeros matrimonios, tienen entre un 45%-50% de probabilidades de terminar en ruptura.

"Hay más factores en juego, es más difícil que en una familia tradicional. Nadie te enseña a hacerlo, sigues la dinámica de familia tradicional y no lo es, hay problemas de convivencia, conflictos de lealtad con los niños, es muy desgastante", explica Berta, coordinadora de la Asociación. Las dificultades provienen a menudo del contexto en el que se forjan estas familias: se vive en el núcleo familiar donde se vivía con la expareja, las dinámicas de ocio vienen supeditadas a la expareja o al tipo de divorcio o separación, puede existir cierta falta de ascendiente del padre o madre afín respecto a la educación de los niños, estilos educativos muy diversos o bien, estilos educativos muy diversos. "Las familias enlazadas son sistemas con alta complejidad, requieren mucha paciencia, diálogo, mucha perseverancia, cuidarse mucho, mucho más que cualquier familia normal", explica Maria. "No es sumar, aquí de repente te pones a echar raíces cuadradas", ironiza Berta.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), de los 80.065 procesos de disolución que se registraron en España en 2023, 76.685 fueron divorcios -un 5,7% menos que el año anterior. De éstos, casi un 43% implicaban a hijos menores de edad a cargo. "Los procesos de unión son mucho más complicados, porque todo el mundo viene de su previo, de sus propias dinámicas con sus hijos, que quizás no son las mismas que generarían con la convivencia", añade la psicóloga. Ésta es una realidad común a muchas familias y el desenlace una posibilidad más. "Cuando todo se rompió, reclamé ver a Laia desde el inicio, pero en ese momento se me negó. Me informé y era consciente de que judicialmente podía obtener visitas, no pasar la noche, pero si verla una tarde al mes o lo que fuera, porque se podía demostrar que durante nueve años de convivencia, había habido una relación, uno. criatura", explica Neus.

De hecho, el Código Civil de Cataluña lo recoge expresamente. El artículo 236-4.2 establece que los hijos tienen derecho a relacionarse con los abuelos, hermanos y otras personas cercanas, y que éstas, a su vez, tienen derecho a mantener el vínculo con los niños. Los progenitores tienen el deber de facilitar estas relaciones, y sólo pueden impedirlas si existe causa justificada. "Aunque no exista un vínculo biológico o legal, los niños tienen derecho a mantener relación con aquellas personas con las que han creado un vínculo afectivo significativo. Esto es posible porque el Tribunal Supremo reconoce que el modelo familiar actual es plural, y que cualquier unidad de convivencia estable puede ser considerada una familia, independientemente de su estructura o del camino que haya seguido para formarse", explica. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña también lo reconoce, aunque en sus resoluciones se refiere principalmente a los abuelos. Ahora bien, según la abogada, este criterio podría aplicarse de forma analógica a otras personas cercanas, como figuras de afinidad o exparejas, especialmente cuando han mantenido un vínculo afectivo significativo y estable con los niños.

"Entendí que en ese momento era forzar la máquina a nivel emocional y no lo llevé a cabo. No me vi capaz, porque pensé que sería un desbarajuste emocional para Laia, pensé que se vería en medio de una guerra", explica Neus. En el caso de María, su expareja le pidió que mantuviera el contacto con las niñas, Sara, Elisa y Gala. "La separación fue todo muy de repente, él me decía que me añoraban mucho, que tenían ganas de verme, y yo también, pero no era capaz de sostener lo que estaba pasando, necesité muchos meses para despedirme", describe Maria.

En general, las familias reconstruidas que más tiempo de convivencia han tenido son las que mantienen los lazos más estrechos después de romperse. "Cuando has tenido una relación intensa y larga durante el tiempo, habéis pasado y superado muchas cosas juntos y se tiene una relación propia más allá de la pareja, entonces es más fácil que se mantengan estas relaciones. Cuando esta convivencia es corta o con niños muy pequeños, el duelo puede ser muy intenso al principio, pero con el tiempo, cada persona rehará su experiencia", explica Ber. A nivel jurídico, la convivencia no se mide por un período concreto que dé más o menos derecho a conseguir un régimen de visitas. "No hay un tiempo concreto, se analiza cada caso y se establece si se ha construido el vínculo por las experiencias vividas y el tiempo que han pasado juntos, pero esta ex pareja nunca tendrá una asiduidad de estancias como las de un padre o madre biológico", advierte la abogada. La relación normalmente continúa en el tiempo, también, en aquellas familias en las que han nacido hijos en común porque tratan de mantener la relación entre los hermanos afines. "En estos casos debería mantenerse la relación como una cuestión de responsabilidad. Además, hay que tener en cuenta que los hermanos afines comparten un hermano biológico", comenta la psicóloga.

El duelo infantil frente a una nueva pérdida

"A veces se incurre en el error de pensar que como no es la primera familia de sangre o como ya es una segunda ruptura, el niño ya sabe de qué va y no hay que tener tanto cuidado. Y no tiene nada que ver, porque quizá ese niño, con ese padre o madre afín, ha establecido un vínculo tan intenso (o más) que con su padre o madre, que con su padre o madre se ha hecho con el mismo proceso, o más) que con su padre o madre ofrecemos en el caso de una afiliación biológica", advierte la psicóloga. Este luto, poco visibilizado ya menudo silenciado, afecta no sólo a las figuras adultas, sino también a los niños, que pueden perder referentes esenciales en su día a día y revivir ese luto no ayuda. "Puede ser una situación más compleja porque puede volver a sentirse abandonado o incluso sentir cierta culpabilidad", explica Pachecho. Enfrentarlo de una u otra forma dependerá, sobre todo, de cada niño y de la edad que tenga. Según la psicóloga pueden mostrar un estado depresivo, entristecerse muy pensando qué han hecho mal, tener la idea de que no son capaces de mantener ninguna figura adulta a su lado o que se endurezcan como forma de protección.

Por tanto, saber cómo enfrentar y explicar el fin de esta familia enlazada a los niños es importante, aunque puede no ser sencillo. "Hay que ser honesto, explicar que aquella persona ya no formará parte de la convivencia cotidiana, explicar cuidadosamente que no hay culpables y que la explicación es de tipo relacional, pero que se tienen cariño mutuo y que se puede mantener el contacto, si se quiere", afirma Pacheco. Es importante no instrumentalizar a los niños en esta ecuación, advierte. La relación entre los miembros afines puede irse espaciando de forma natural con el tiempo y cuando los niños sean mayores, pueden decidir mantenerla. Según la psicóloga, siempre que la ruptura haya sido cordial, es bueno preservar el vínculo. Y si no ha sido tan fácil, se puede realizar un encuentro puntual y dejar que el contacto se vaya perdiendo progresivamente. "Hay que respetar los duelos como procesos naturales de cada una de las familias, y puede que las frecuentes visitas entre miembros afines interfieran, si este contacto es muy frecuente y no permite volver a hacer del todo la vida de cada uno de los progenitores", dice Pacheco.

En el caso de Neus, todo lo que quedó de aquella relación de casi una década se materializó en forma de contacto hace tres años, cuando Laia la buscó. "Le conté todo lo que había pasado y que yo siempre he deseado muchísimo volver a verla. Hemos recuperado el contacto hasta el punto de que ahora ella viene a mi casa, pasa días con su hermana (biológica), con mi pareja actual y mi hija más pequeña", explica orgullosa Neus. Mantener una relación de este tipo a lo largo del tiempo es un valor añadido, siempre que se disfrute, aunque si puede haber tensiones dejaría de tener sentido por ninguna de las dos partes. "A veces veo alguna foto de ellas a través de algún conocido y me sorprende cómo han crecido. De hecho, hace unos meses que he empezado a dar vueltas a todo esto y pienso que me gustaría volver a verlas, pero todavía no he acabado de dar forma a este deseo", concluye Maria.

Recursos para enlazar familias de forma saludable

Construir una nueva familia requiere tiempo, cuidado y mucha empatía. Según la Asociación de Atención a la Diversidad Familiar (AADF), antes de presentar una nueva pareja a sus hijos es fundamental que el vínculo esté consolidado y que la relación de pareja sea estable. "Los niños necesitan estabilidad y ver que los vínculos de sus referentes son sólidos. Esto les da seguridad emocional", explica la psicóloga Meritxell Pacheco.

Aunque no hay un tiempo exacto para iniciar una nueva relación, sí es necesario hacerlo de forma gradual y atenta. "No se trata de presentar la nueva pareja hoy y que el próximo mes ya viva con nosotros. Es necesario que los niños puedan conocerla poco a poco y quererla con tiempo", dice Pacheco.

Este proceso progresivo incluye encuentros puntuales, actividades compartidas fuera de casa y más adelante fines de semana o convivencias cortas. También hay que tener en cuenta a los hermanos afines. "Siempre debemos estar atentos al lenguaje verbal y no verbal de los niños. A veces no nos lo dirán con palabras, pero lo expresarán con emociones, comportamientos o incluso con un cambio en los resultados académicos", recalca.

"Hasta que no estemos seguros de la relación con la nueva pareja, mejor esperar. Ser fuente de seguridad para los hijos es lo más importante", concluye Pacheco. Establecer sólidos vínculos requiere paciencia, gradualidad y mucha escucha emocional.

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