Trump también gana en Polonia

Trump ha ganado en Polonia. El candidato al que ha apoyado el presidente estadounidense, el exboxeador e historiador ultranacionalista Karol Nawrocki, del partido Ley y Justicia (PiS), se ha impuesto por la mínima al liberal y europeísta Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia y candidato de la Plataforma Cívica del primer ministro polaco, Donald Tusk. Por los pelos, pero en la UE habrá otro presidente trumpista: Nawrocki obtuvo el 50,89% de los votos, frente al 49,11% de Trzaskowski, con una alta participación del 71,6%. Polonia se suma así al eje autoritario que forman el húngaro Orbán y la italiana Meloni, ambos en el poder, quienes también cuentan con las figuras ascendentes de Le Pen en Francia, Ventura en Portugal, Widel en Alemania y Abascal en España, entre otros. La vía estadounidense para seguir fracturando y debilitando la unidad de acción europea, construyendo un contrapoder interno, cultiva un nuevo éxito. No lo ha logrado recientemente en Rumanía con el ultra George Simion.

Durante la campaña, pese a las amenazas contra la UE por los aranceles, Nawrocki ha jugado sin tapujos la carta Trump con el lema "Polonia primero", festejando con el voto de extrema derecha y presentándose como el heredero de Andrzej Duda, el expresidente, también por el PiS. Es bien conocida la estrecha relación de Duda con el presidente estadounidense, y hasta ahora ha puesto las cosas difíciles en Tusk. Nawrocki seguirá la misma cohabitación dura con un Tusk centrista y reformista, demonizado por la derecha, y que, en cambio, genera mucha confianza en Bruselas. Polonia, que actualmente tiene la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea, y que es un actor importante en la Unión Europea y la OTAN, pasa a ser de nuevo poco fiable para la Europa que ya no se fía de Trump y que quiere avanzar hacia una política propia de defensa.

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Nawrocki no encaja nada con esta Europa que inicia la emancipación respecto al amigo americano. Es crítico con el motor franco-alemán, está en contra de adoptar el euro, se opone a dar más competencias a la UE y está en contra tanto del pacto verde europeo como del pacto migratorio y de la entrada de Ucrania en la OTAN. De hecho, el PiS ha acusado a Tusk de poner en peligro los estrechos vínculos de Polonia con Estados Unidos al centrarse demasiado en los socios europeos. El acuerdo de seguridad entre Polonia y Francia podría tambalearse. Nawrocki, en cambio, sí ha prometido, como Trump, subir el gasto militar hasta el 5% del PIB.

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Próximo a los postulados del movimiento conservador MAGA del presidente Trump, en términos de moralidad, el nuevo presidente polaco se opone al derecho al aborto ya los derechos de los colectivos LGBTQ+, a las uniones civiles entre personas del mismo sexo ya la gratuidad de la píldora del día siguiente sin receta médica. Y, por supuesto, se da por supuesto que bloqueará la reforma de la justicia que quería salir adelante Tusk.

La sociedad polaca, claramente fragmentada en dos mitades, se instala en la polarización y se aleja de la centralidad y el frágil consenso europeísta.

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