La foto del PP con el capo de la mafia


BarcelonaEl PP tendrá un problema de relato el próximo fin de semana. El domingo se manifestará en Madrid bajo el lema "Mafia o democracia", pero el viernes sus principales líderes se reunirán en Barcelona con el capo de esa supuesta mafia, Pedro Sánchez. Es cierto que han logrado imponer sus puntos al orden del día, pero éste no era el objetivo de la maniobra: lo que buscaban desesperadamente los varones populares era una excusa para plantar a Sánchez y no tener que hacerse la foto con él. Sin embargo, la plantada también tenía una contraindicación, y es que suponía plantar también al rey de España.
Este episodio demuestra la dificultad que tiene el PP para combinar su vertiente institucional con la forma de hacer oposición. Si el PP se creyera realmente lo que dice (que el PSOE es una mafia criminal y Pedro Sánchez un peligroso autócrata) debería romper automáticamente todas las relaciones con los socialistas, presentar las correspondientes querellas y presentar una moción de censura. El problema es que esto no puede hacerse sin dañar seriamente el entramado institucional español, en el que el poder está muy repartido.
En este contexto, Sánchez utiliza con habilidad las instituciones para blindarse y protegerse. Porque la realidad es que mientras el PP vocifera todos los días contra su ejecutivo, los ministerios trabajan estrechamente con los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos populares. Todos los días hay reuniones, llamadas, intercambio de papeles entre el gobierno español e instituciones gobernadas por el PP. Todos los días. Porque no puede ser de otra forma. Pero, por tanto, lo que está ocurriendo cada día es que el PP colabora con la mafia.
Precisamente Vox salió de los gobiernos autonómicos por no tener que pagar ese peaje. Y ahora está en condiciones de denunciar el doble lenguaje del PP: por un lado, llaman a manifestarse contra la mafia y, por otro, se reúnen con el capo. Ese purismo y antiinstitucionalismo de Vox es el que le otorga una ventaja competitiva muy clara frente al PP a la hora de captar el voto antisanchista más visceral, lo que explica que esté creciendo en las encuestas.
El difícil equilibrio de Feijóo
Por el contrario, el equilibrio que busca Feijóo entre dibujar a Sánchez como un monstruo y al mismo tiempo mantener la normalidad institucional es muy difícil y acaba dejándolo en evidencia. De hecho, el equilibrio que busca también responde a la división que existe dentro del PP sobre cómo plantear la labor de oposición. Seguramente Isabel Díaz Ayuso intentará evitar cualquier fotografía con Pedro Sánchez el viernes y con mucho gusto rompería relaciones (si esto fuera posible sin perjudicar a los madrileños), pero éste no sería el caso de otros varones moderados como el andaluz Juanma Moreno Bonilla (recordamos su pacto de Doñana con Teresa Ribera) o el gallego Alfonso Rueda.
La conclusión es que Sánchez tendrá el viernes la foto de normalidad que quisiera y que el principal beneficiado de todas las idas y venidas del PP será Vox, que al menos podrá sacar pecho que ellos nunca se reunirían de los mais con la mafia.