Contenedores en el Puerto de Barcelona, la puerta principal para la exportación.
28/06/2025
2 min

Es duro decirlo así: Barcelona, ​​cocainómana. Puede sonar exagerado. Pero no: responde a una realidad pregona y muy preocupante. se queda corta, con su puerto también como puerta de entrada, como Europa en su conjunto, estamos en el origen del problema. Un problema global.

World Drugs Report 2025, la producción de cocaína se disparó un 34% en 2023. Con el 70% del total, Colombia es el gran productor. Y buena parte de la cocaína que se produce en el país americano circula por mar hacia la península Ibérica, con Barcelona cada vez más como un lugar estratégico de entrada. Tenemos, pues, un grave problema con muchos elementos concurrentes. Y uno que no es menor estriba en el precio: hoy la cocaína es, en términos relativos, mucho más barata que hace unos años, lo que ha ayudado a difundirla.

España es el país en el que más personas afirman haber probado la cocaína (no hay datos específicos sobre Catalunya, pero todo indica que probablemente estaríamos por encima de la media española). Pero de todo esto se habla poco. El silencio está normalizando la cocaína. Es una cuestión sospechosamente ausente del debate y de la agenda pública. ¿Qué se ha hecho del "No a la droga" de hace unas décadas? Hay cierta frivolidad a la hora de hablar de ello. El tabaco está afortunadamente estigmatizado, y el alcohol está cada vez más. Sobre el abuso de los ansiolíticos (también aquí somos líderes mundiales en consumo) existe un debate abierto. También sobre la heroína, que, asociada a una drogadicción dura y marginal, está en retroceso. En cambio, la cocaína, vinculada al éxito glamuroso (económico, artístico), lejos de crear alarma social, circula con impunidad, incluso con cierta benevolencia cínica. Pero es un problema grave, gravísimo, de salud. Y de convivencia. También, por supuesto, de seguridad, de criminalidad. Y más: está directamente vinculada a procesos de corrupción y tiene un importante impacto ambiental.

Así pues, es necesario abordar el tema de una vez, con luz y taquígrafos. Con campañas públicas sobre la peligrosidad de su consumo, con un incremento de la persecución policial de las mafias que actúan en nuestro territorio y, también, abriendo la discusión a escala mundial sobre si podría regularse su comercio y consumo. Hasta ahora, después de muchas décadas de prohibición absoluta, el negocio criminal de la droga (y en concreto el de la cocaína) no ha dejado de crecer. Y en Barcelona y Catalunya es un problema cada vez más enquistado y más socialmente enredado: tráfico, blanqueo de dinero, consumo... La telaraña se está haciendo espesa. Deberíamos estar a tiempo de romper esta tendencia. O será demasiado tarde.

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