Música

Muere Sofía Gubaidúlina, una música entre la fe y la forma

Era una de las compositoras más influyentes de la música contemporánea

Sofía Gubaidulina
Magda Polo
14/03/2025
3 min

BarcelonaSofía Gubaidúlina, una de las compositoras más influyentes y reconocidas de la música contemporánea, ha fallecido este jueves en Appen (Alemania) a los 93 años. Nacida el 24 de octubre de 1931 en Chistopol (Tatarstán, Rusia), la obra de Gubaidúlina se caracteriza por una profunda espiritualidad, un enfoque experimental en el uso del sonido y una exploración tímbrica innovadora que la convirtieron en una figura clave en la vanguardia musical. Su estilo combina elementos de la tradición rusa con influencias de la vanguardia occidental, creando un lenguaje musical único y personal. Su vida no fue fácil porque fue incluida en listas negras desde los años 60 para desafiar las restricciones impuestas por el gobierno soviético, que desaprobaba su enfoque experimental, que utilizara afinaciones alternas y que no fuera demasiado simpatizante del régimen. En 1992 se trasladó a Hamburgo, donde continuó su labor creativa hasta sus últimos días.

Uno de los aspectos más destacados de su música es el uso de símbolos sonoros y estructuras que evocan significados espirituales y filosóficos. En muchas de sus composiciones utilizaba contrastes extremos de registro, densidad y timbre para generar tensiones y liberar energía expresiva. Su interés por la religión y la mística se refleja en obras como Offertorium (1980), un concierto para violín inspirado en la ofrenda, basado en un tema de Bach que se transforma progresivamente hasta desaparecer.

Otra obra fundamental es In croce (1979), escrita originalmente para violonchelo y órgano, y posteriormente adaptada para acordeón. En esa pieza, Gubaidúlina representa la cruz como símbolo musical a través de la interacción entre los instrumentos y sus registros. Su uso de la microtonalidad, de escalas inusuales y de efectos extendidos en los instrumentos tradicionales demuestra su búsqueda de nuevas dimensiones expresivas con el grupo que creó, Astreia.

Pese a que el gobierno ruso le dio la espalda, logró consolidarse internacionalmente gracias al apoyo de figuras como el violinista Gidon Kremer, que fue uno de los primeros en interpretar Offertorium y que le ayudó a difundir su música en Occidente. Su reconocimiento mundial se consolidó en la década de 1990, cuando músicos de renombre empezaron a encargarle nuevas composiciones. Su producción abarca una amplia variedad de géneros, incluyendo obras sinfónicas, música de cámara y obras para solistas. Entre sus composiciones orquestales destaca Der Sonnengesang (1997), basada en el Cántico del Sol de San Francisco de Asís, y la suya Sinfonía inverno, fede, speranza, amore (2018), en la que explora la relación entre la naturaleza y la fe.

Una de sus innovaciones técnicas más notables es el uso del "glissando estructural", un recurso en el que los sonidos se deslizan de manera progresiva entre tonos definidos e indefinidos, generando efectos de tensión y resolución. Además, ha trabajado extensamente con el acordeón y otros instrumentos no convencionales en la música contemporánea, lo que les ha dotado de un inusual protagonismo. También utilizó en los años ochenta la sucesión de Fibonacci para estructurar la forma de sus obras. La sucesión le proporcionó una base para la composición, lo que permitía que la forma musical respirara en obras como Percepción, Im Anfang war der Rhythmus, Casi hoketus y la sinfonía en doce movimientos Stimmen... Verstummen.

A lo largo de su carrera, Gubaidúlina ha sido galardonada con numerosos premios, entre ellos el Prix de Mónaco (1987), el Franco Abbiato (1991), el Heidelberger Künstlerinnenpreis (1991), el del Estado Ruso (1992) 998), el Léonie Sonning de Dinamarca (1999), el Polar Music Prize en Suecia (2002), la Gran Cruz en el Servicio Distinguido de la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania (2002), el Premio al Compositor Vive en Cannes (2003) y el de la Fundación 0.2.

El impacto de Sofía Gubaidúlina trascenderá la experimentación técnica porque su principal objetivo ha sido la expresión de lo trascendental pero íntimamente vivido desde la experiencia humana. En cada una de sus composiciones buscaba desvelar una dimensión espiritual a través de la fiscalidad del sonido.

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