El cineasta judío al que Israel financia películas sobre palestinos e iraníes
Eran Riklis presenta el drama 'Leer Lolita en Teherán' en el BCN Film Fest


BarcelonaLo primero que sorprende de Leer Lolita en Teherán, drama sobre un grupo de mujeres que se reúnen en secreto en Irán de los 80 para estudiar clásicos de la literatura inglesa, es que la dirige un cineasta israelí y la financian –en parte– dinero público de Israel, el mismo país que hace unos meses intercambiaba lanzamientos de misiles con Irán. El director Eran Riklis (Jerusalén, 1954), que este sábado presenta su película en el BCN Film Fest antes del estreno oficial el 20 de julio, era consciente de la contradicción. "Sin embargo, ya había hecho películas sobre palestinos y drusos [minoría religiosa de raíces musulmanas], y la novela en la que se basa la película me había encantado, así que contacté con la autora por Facebook –explica–. Eso sí, la primera pregunta fue si para ella tenía sentido que un israelí le pareció una idea".
En Riklis, que con la premiada El limonero (2008) firmó una lúcida parábola del conflicto entre Israel y Palestina, no le costó nada empatizar con unas mujeres que, pese a querer a su país, cada vez se sienten más alienadas por su gobierno, hasta el punto de contemplar el exilio. "Es la gran pregunta: ¿te quedas y luchas o marchas? –dice el director–. Yo he nacido en Israel, y he vivido allí toda mi vida. Siento que no puedo irme. Pero la situación de mis actrices es diferente: algunas se marcharon de Irán para evitar la cárcel o para no ser apaleadas". Es el caso de la protagonista, Golshifteh Farahani, quien se exilió cuando actuó con Leonardo DiCaprio (a Red de mentiras, en 2008) la situó en el punto de mira del régimen; en 2012 fue oficialmente desterrada por aparecer medio desnuda en una revista. Farahani interpreta a una profesora de literatura que vuelve a su país a raíz de la Revolución Islámica y descubre que la nueva sociedad iraní no tolera la literatura y el pensamiento crítico. "Golshifteh decía que esta película sería un nuevo dossier a añadir al expediente que ya tienen de ella los servicios secretos iraníes", dice Riklis.
Evidentemente, la película no se rodó en Irán, sino en una Roma disfrazada de Teherán. "Rodamos en Italia porque el dinero era italiano –admite Riklis–. Dos directores de arte que me dijeron que era imposible hacerlo, así que no trabajé con ellos". El director está muy satisfecho del resultado. "Muchos iraníes han visto la película y me han preguntado cómo me lo he hecho para rodar en Irán", explica orgulloso. Y con expresión pícara, añade: "Yo siempre respondo: «El Mossad, ya sabéis. Tenemos nuestros métodos»".
Reír por no llorar
El humor es una de las armas de Riklin para sobrevivir al "periodo difícil" que atraviesa su país. "Se dice que el sentido del humor salvó a muchos judíos, pero no a los seis millones del Holocausto", ironiza el director que, sin embargo, aboga por "un delicado equilibrio" entre "tomarte la vida con humor y tomártela en serio". Y aunque reivindica que "algo de optimismo es necesario para hacer cine", reconoce que la situación actual invita al pesimismo. "Lo que vemos en Gaza parece el fin del mundo –dice–. El 7 de octubre fue una catástrofe, de una violencia increíble. Pero la respuesta militar está totalmente fuera de control. Hay un montón de gente en Israel que no es ingenua ni estúpida y que exige el fin de la guerra. ¡Pero también hay mucha gente que dice y en Gaza todo el mundo!" Según Riklis, "en Israel hay una guerra interna entre dos bandos, como un Barça-Madrid. Ojalá tuviéramos elecciones y cambiara el gobierno, y también el gobierno palestino, porque ambos son para llorar".
Las posturas críticas de Riklis no han hecho que, de momento, tenga problemas para trabajar en Israel. Pese a rodar en el extranjero sus últimos filmes, siempre lo ha hecho con financiación pública y privada israelí. "Me preguntan por eso desde 1991, cuando presenté en Venecia Cupo final, sobre un soldado israelí que comparte afición por la selección italiana de 1982 con los palestinos que le han hecho prisionero –explica–. Pero es cierto que la situación es ahora muy delicada". Riklis conoce al propietario de una cadena israelí de cines, un hombre "más bien de derechas" que siempre ha invertido en sus películas. Cuando le explicó los argumentos deEl limonero o Leer Lolita en Teherán no tuvo ningún problema. Pero cuando hace unos meses le dijo que quería adaptar el libro del autor israelí AB Yehoshua El túnel, no quiso saber nada. "Y el libro es sobre un arquitecto, ¡ni siquiera habla del túnel entre Gaza e Israel! Pero nada, no hay manera", lamenta.