Neurodesarrollo

Hasta un 40% de los menores tienen insomnio o dificultad para conciliar el sueño

No dormir lo suficiente altera el proceso de crecimiento de las criaturas, las predispone a presentar más infecciones y dificulta su aprendizaje, según alerta el último informe FAROS-San Juan de Dios

Niño que le cuesta conciliar el sueño
28/06/2025
4 min

BarcelonaMientras dormimos, el cuerpo se recupera de las experiencias vividas durante el día. Las horas de descanso, por tanto, son fundamentales en la preparación física y mental para afrontar el nuevo día. Sin embargo, la realidad es que uno de cada tres niños y adolescentes no descansa las horas de sueño necesarias, lo que incide en su salud física y mental y en su estado emocional. Según el último informe FAROS de la Escuela de Salud del Hospital San Juan de Dios de Barcelona, ​​el 17% de los niños van a la escuela con sueño y el 4% se duermen en clase. En el caso de los adolescentes, las cifras son aún más alarmantes, puesto que el 52% confiesan que van a clase habiendo dormido menos de 8 horas y el 84% tienen dificultades para despertarse.

Más riesgo de función cognitiva baja

La falta de descanso dificulta también el aprendizaje e incide en el rendimiento académico de los niños. "El sueño es un estado de reposo, lo que nos puede inducir a pensar que el cerebro está en pausa, pero en realidad ocurre todo lo contrario. Mientras dormimos, recuperamos de algún modo la funcionalidad del cerebro y revertimos los daños que se han generado durante el día. Por eso es fundamental para el aprendizaje, la atención y la memoria", Dios, que participó en la presentación del último informe FAROS el pasado 10 de junio.

Algunos estudios muestran que dormir menos de diez horas hasta los tres años y medio comporta un riesgo hasta tres veces superior a tener una función cognitiva baja (menos atención y memoria) a la edad de seis años. En cuanto a los adolescentes, presentan el llamado jet lag social, que hace referencia a la notable alteración del momento de ir a dormir los fines de semana, más de dos horas respecto al resto de días, lo que en el 24% de los jóvenes se traduce en un peor rendimiento escolar, sobre todo en los primeros días de la semana. clase", alerta Gonzalo Pin, coordinador del grupo de sueño y cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y jefe de la unidad de pediatría integral - unidad del sueño del Hospital Quironsalud de Valencia, también presente en la presentación del informe FAROS.

Problemas o trastornos del sueño

Durante su intervención, Pin quiso distinguir entre dos cosas distintas, y es que, "aunque las consecuencias muchas veces son las mismas, tener problemas de sueño es una cuestión educativa y de límites, mientras que un trastorno del sueño es una patología". El coordinador del grupo de sueño y cronobiología de la AEP quiso hacer referencia explícitamente a la pobreza de tiempo que los niños arrastran desde hace un tiempo: “No tienen tiempo suficiente para sus propios intereses, y lo primero que hacemos cuando no tenemos tiempo es robar tiempo al sueño. de los factores externos".

"El sueño es para nuestro organismo como el aceite para el motor", insiste Pin. Por tanto, las consecuencias que se derivan de su privación van desde las neurocognitivas hasta las de aprendizaje, pasando por las conductuales, que son las primeras en aparecer. Y es que la falta de sueño acaba desencadenando también problemas de salud mental. La buena noticia, apunta Pin, es que todo es prevenible con una intervención socioeducativa que incida en los horarios escolares, horarios de comidas o actividad física.

La melatonina, el único fármaco aprobado por la EMA

La última edición del informe FAROS detalla que el insomnio es el trastorno del sueño más prevalente entre la población infantil, ya que afecta a entre un 20% y un 40% de los niños. En el caso de los menores, el insomnio suele abordarse con terapia cognitivo-conductual, con la que hasta el 80% de los pacientes consiguen una mejora y un 40%, una remisión completa. También existen los trastornos respiratorios relacionados con el sueño; las hipersomnias de origen central, que cursan con una excesiva somnolencia, como la narcolepsia, el síndrome de Kleine-Levin o el síndrome de sueño insuficiente; los trastornos del ritmo circadiano de sueño-vigilia, como es el caso del síndrome de retraso de fase que afecta principalmente a los adolescentes; las parasomnias o manifestaciones motoras o vocales desagradables que suceden durante la noche, como el sonambulismo, los despertares o los terrores nocturnos, y los trastornos del movimiento relacionados con el sueño, como el síndrome de piernas inquietas.

Desde San Juan de Dios también hacen énfasis en los pocos estudios existentes sobre la eficacia y la seguridad del tratamiento farmacológico del insomnio en niños y niñas. Sólo hay un fármaco aprobado por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés), la melatonina, indicado para el tratamiento del insomnio. No obstante, la frecuencia de uso de fármacos para el insomnio en menores es similar a la de los adultos. el contacto con la luz del sol, especialmente por la mañana, la práctica deportiva en el exterior, etc. "Todo esto influye en los ritmos circadiarios, y es que, cuanto mejor pase el día mejor dormiré, ya la inversa, cuanto mejor duerma mejor pasaré el día", señala.

Sans denuncia que dedicamos esfuerzos a cosas que quizás no habría que tener tan presentes y dejamos de lado otras fundamentales. "En pediatría tenemos un cerebro en desarrollo que no llegará a su máximo potencial si no duerme bien", dice, al tiempo que pone sobre la mesa que entre un 20% y un 24% de los niños y adolescentes de entre 4 meses y 17 años sufren privación del sueño. Podemos revertirlo, pero antes, subraya, "hay que reflexionar en torno al sueño de los más pequeños", y más sabiendo que hasta el 80% de los niños con TEA y trastornos de desarrollo duermen mal.

Efectos negativos de la falta de sueño en niños y adolescentes

Alteración del proceso de crecimiento

Disminución de la función del sistema inmunitario

Reducción de la tolerancia a la glucosa y predisposición a la diabetes

Desequilibrio del metabolismo y predisposición a la obesidad

Alteración de la conducta (impulsividad, actitudes de riesgo...)

Incidencia negativa en el desarrollo emocional

Fuente : Último informe FAROS de la Escuela de Salud del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

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