Copas de vino

El profeta que ha dicho en Barcelona que la vida es demasiado corta para beber malos vinos

El productor de copas Maximilian Riedel da dos clases magistrales para demostrar cómo un vino cambia según la copa con la que se bebe

El productor de copas Riedel, Maximilian Riedel, frente a la puerta del Hotel Majestic de Barcelona
10/06/2025
5 min

BarcelonaMaximilian Riedel, la undécima generación de la familia que creó las copas Riedel, ha visitado Barcelona para explicar ante seguidores catalanes cómo un vino puede llegar a ser muy malo si no lo bebemos en la copa adecuada. Y lo ha asegurado con una afirmación con la que todos estaremos de acuerdo: "La vida es demasiado corta para beber malos vinos".

Dice la sentencia en una entrevista que le hacemos la periodista Empar Moliner y yo unas horas antes de que Maximilian haga la primera clase magistral en el auditorio del Hotel Majestic de Barcelona (que ha escogido porque es cliente suyo), y me comenta que sus explicaciones, llanuras, hechas en un inglés lento y fluido. Río cuando lo dice, con la seguridad de que sabe lo que se hace, porque el hombre Riedel, como es conocido popularmente, viaja por todo el mundo para impartir la misma experiencia. El importador de sus copas, la empresa Euroselección, de Jordi Segura, ha sido la encargada de conseguir que haya visitado la Ciudad Condal durante dos intensos días.

Las copas que ha utilizado para las catas impartidas en Barcelona tienen escrita por primera vez en el pie las variedades de uva con las que se recomienda utilizarlas.

Volvemos a la entrevista con Maximilian. Tiene aspecto jovial con sus 48 años, va vestido con un vestido oscuro muy elegante con corbata roja, que ata con el pañuelo que le sobresale del bolsillo superior. En la entrevista le preguntamos por la copa ideal para beber nuestros espumosos y nos pide que no usemos la copa flauta, porque es estrecha y nos esconderá todos los aromas. "Deben utilizar una copa de boca ancha, las de los vinos o las del champán", y nos comenta que hacemos la prueba en casa. Primer aprendizaje del día: adiós a las copas flauta.

Le pregunto por los vinos que le gusta beber, y me hace una diferencia primordial: cuando está en un país, quiere probar los vinos locales. Así que en los restaurantes que ha visitado en Barcelona (el Puro de Nandu Jubany y Eldelmar, de los hermanos Torres y Galante) ha pedido vinos catalanes. Y me dice el nombre de uno de los vinos que ha bebido: El Rocallís, de la bodega Can Ràfols dels Caus. "En Suecia y en Dinamarca lo tienen muy claro; beben sus vinos, los que elaboran", explica, y añade que, cuando está en casa, en Austria, tiene sus preferencias propias, que las explica a menudo en su cuenta personal de Instagram, en la que amasa casi seiscientos mil seguidores.

El influencer de Instagram

Le digo que es un influencer del vino y vuelve a reír. "Debemos transmitir felicidad en el mundo del vino", lo dice porque cree que así podría llegar a la gente joven. "La gente joven no bebe vino, ¿verdad?", le pregunto y me responde: "Yo tampoco lo hacía cuando tenía edad de beber alcohol, porque bebía cerveza, sí, cerveza y también vodka. Cuando tenía veinte años todavía estaba entre una y otra bebida", relata Riedel. Ahora bien, hubo un día en que se dio cuenta de que, para una buena comida, la mejor bebida era un vino, y así fue como empezó a interesarse.

Otra historia es si ahora sigue pasando a la gente joven lo que le pasó a él. "El vino va ligado con las buenas copas y restaurantes, pero en los últimos años todo el mundo sufre", afirma Riedel. Por un lado, porque la comida es cara; por otra, porque hay mucha, "demasiada producción" de vino; "¡si incluso marcas como Dolce & Gabbana están haciendo vino!". Entonces quizás la calidad de tanta producción ha bajado. En cualquier caso, lo que ha visto es que la gente joven en algunos países toman cócteles con la comida en los restaurantes, así que pronto Riedel sacará al mercado una colección nueva, hecha a mano, para cócteles. Toca adaptarse a los tiempos que vivimos.

Un momento de la cata que impartió Maximilian Riedel en el autirio del Hotel Majestic de Barcelona.

Le hago otra pregunta, en este caso sobre los restaurantes que prefiere, y me dice que los bares de tapas. Vila Viniteca, que tiene la licencia para vender las copas que importa la empresa Euroselección, se ha encargado que cada persona tenga cuatro de la colección más innovadora de la marca, Veloce, que por primera vez, debajo de la marca Riedel, tiene escritas las variedades de uva con las que recomiendan utilizarla. Son copas muy finas, ligeras, y la finura da la sensación de tener en la mano una copa exclusiva. "Son copas funcionales y no tan estéticas", me ha dicho en la entrevista, sin embargo, vistas en la cata que está a punto de empezar, también podemos decir que son bonitas. Las cuatro copas son para las variedades de vinos riesling; la chardonnay; la pinot negro y la nebbiolo, y la cabernet y el merlot. "No seré un profesor que os habla en una clase sino que sólo quiero guiaros en sus sensaciones", empieza a decir el productor de copas. Primero repartimos el contenido del vaso de agua que contiene el vino Trimbach Riesling Grand Cru Geisberg 2018 en las copas para la variedad riesling y para la chardonnay. Lo olemos, y nos dice que "olver un vino no significa poner y asomarse a la copa, sino respirarlo, mantenerle un rato".

Maximilian Riedel, durante la entrevista concedida a ARA Mengem, horas antes de la clase magistral que impartió en el auditorio del Hotel Majestic.

Entonces comienza la magia. Los aromas cambian de una copa a otra. Si en una, en la riesling (la que corresponde porque estamos bebiendo un riesling) los aromas son complejos; en la otra, en la chardonnay, no lo son lo más mínimo. Parece otro vino, más seco, más aguado, amargo. "Nos lo parece tanto, que si probáramos este vino por primera vez directamente en esta copa, nos pondríamos a criticar al elaborador". Pero el vino no tiene la culpa, sino la copa.

Volvemos a repetir la cata una tercera vez. Volvemos a la copa Riesling para el vino Riesling, y el sabor es delicioso. Es un vino extraordinario. Nos lo dice, pero todos coincidimos porque lo comprobamos.

Del primer vino pasamos a los tres siguientes: Louis Jadot Meursault 2022, Josep Drouhin Beaune Cras 1r Cru 2018 y, el último, Château Rocheyron 2018. Con los vinos tintos notamos aún más lo que ha pasado con los dos blancos. Según la copa el mismo vino tenía más taninos y se volvía áspero, muy áspero. Maximilian termina su clase magistral entre grandes aplausos. Ha logrado en una hora que hayamos entendido que no todo vale con el vino. Y añadimos un matiz a la primera frase que nos ha dicho en la entrevista: La vida es demasiado corta para beber vinos en malas copas.

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